Imagen: Club Gallístico de Puerto Rico
El Adoquín Times
En Puerto Rico y en España se están dando unas polémicas similares con dos actividades que algunos consideran un deporte, o parte de la cultura, mientras que sus oponentes denuncian como maltrato en contra de los animales: las peleas de gallos en la Isla y las corridas de toros en la península ibérica.
En el Congreso de los Estados Unidos se aprobó recientemente un proyecto de ley que prohibiría las peleas de gallos en territorios estadounidenses, incluyendo Puerto Rico y las Islas Vírgenes. Mientras tanto, en España, los fanáticos de las corridas de toros alegan que el presupuesto gubernamental cultural destinado a las corridas de toros es menor a otras partidas presupuestarias en las demás ramas culturales.
En el periódico El País de España aparece un reportaje titulado Brutal atropello de los Presupuestos Generales del Estado a la tauromaquia, en el que reclama que los toros, “aun siendo la actividad menos subvencionada (por parte del Estado), es la que más recursos aporta a Hacienda”. Algo similar se escucha en Puerto Rico: tras la aprobación en el Congreso federal de la ley que prohibiría el llamado “deporte de los caballeros”, ciudadanos y organizaciones de galleros marcharon hasta el Capitolio y La Fortaleza en el Viejo San Juan, exigiendo que se elimine la prohibición aprobada por el gobierno federal a través de la Ley Agrícola.
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Al igual que en España, en Puerto Rico la polémica principal surge en las grandes diferencias entre aquellos que defienden lo que consideran un deporte y parte de la cultura, y aquellos que denuncian que -tanto las peleas de gallos, como las corridas de toros- son actividades crueles en la que se maltrata a los animales, por lo que no se debe considerar ni un deporte, ni mucho menos un asunto “cultural”.
Tanto los fieles a las corridas de toros en España y las peleas de gallos en Puerto Rico, reclaman que dichas actividades generan recursos al fisco. En la Isla, los galleros han expresado que la industria gallística, no solo genera dinero en impuestos, sino que crea empleos, tanto directos, como indirectos. Por su parte, aquellos que defienden el derecho a la vida y el bienestar de los animales, han rechazado contundentemente las peleas de gallo, por considerarlas unas actividades bárbaras y crueles que no aportan nada a la cultura puertorriqueña.
