Imagen: Pancartas frente al edificio sede del Instituto de Cultura Puertorriqueña durante la manifestación en contra del alquiler de la estructura. (Foto por M. Rúa)
Por: Teresa Tió Fernández
Ex Directora Ejecutiva del Instituto de Cultura Puertorriqueña (2001-2005)
Alquilar un edificio patrimonial, histórico, que además es la sede de la institución cultural más importante del país, el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), es un error de graves proporciones. Establece un precedente que será fundamento para que se repita el expolio en aras de un interés mercantil. La cultura del país se puede gestar desde cualquier lugar dicen. Pero sepan que el Asilo de Beneficencia es la sede del ICP porque en los países que aprecian y defienden su cultura se destinan estructuras emblemáticas de su historia para dignificar y exaltar la gestión que desempeñan y que son representativas de la cultura del país. El ICP está ahí porque ha cumplido con su labor de enriquecer, divulgar y promover la cultura en todas sus manifestaciones, de lo popular a lo culto. Por eso se ha ganado el aprecio y el respeto del pueblo.
El edificio es parte de una herencia histórica, es un símbolo del vínculo con la identidad. Y porque se identifica con lo genuinamente nuestro atrae al público y llega a convertirse en un atractivo para el visitante. Si en la década del 50 el gobierno hubiera accedido al reclamo de los desarrolladores, no existiría el Viejo San Juan. En vez de los edificios históricos tendríamos un mini Manhattan. ¿A quién le interesaría visitarnos?
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Y ahora que hemos rescatado esos edificios viene el desahucio, total, cabemos en otro lugar. Puede que estén en la mirilla edificios como la sede de la Escuela de Artes Plásticas y el Convento de los Dominicos. Podrán entonces convertir a San Juan un “resort” para el turista. Seremos los “locals” buenos para bailar plena en el muelle y tocar güiro y maraca. Transformar edificios históricos en hospederías no es nuevo, se ha practicado en Europa con éxito. Pero hay una diferencia: no se desprecia una institución cultural, ni se oculta el contrato de alquiler, ni se amedrenta a aquellos que se oponen públicamente al hecho. Hay otros edificios que pueden servir a esos efectos en el Viejo San Juan.
Temo que ahora entiendo el cierre súbito en 2013 de la Galería Nacional en el Convento de los Dominicos; el abandono físico de la sede del ICP; la merma de personal y el escuálido presupuesto para su gestión. Los que no conocen la gestión cultural del ICP, en el teatro y sus festivales, la música, conciertos, grabaciones, el Archivo General (que es el corazón documental y la memoria del país), la Biblioteca Nacional, museos, exposiciones, las colecciones de arte y tradiciones, las ferias de artesanías, las publicaciones, investigaciones, y toda la compleja gestión de apoyo y estímulo a la cultura, pueden justificar la decisión. No se puede querer lo que no se conoce. Y porque lo conozco, con sus virtudes y sus defectos, repudio esta afrenta a la cultura del País.
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Este tipo de acción es imperdonable. Alejandro García Padilla cometió una vil traición. Vergüenza le debería dar y no estarse presentando en los medios con su cara de lechuga fresca y que con su canosa cabellera falta el respeto a todo un pueblo.