Imagen: Alcaldía de Villalar de los Comuneros, provincia de Valladolid. Foto por Carmen Alicia Morales
Esta es la segunda parte de una serie de artículos sobre el traslado del poblado de Villa Caparra a la ciudad de San Juan en 1521. La primera parte, publicada en la edición número 47, trataba sobre la planificación de la mudanza. Esta segunda parte es un trasfondo histórico de los problemas del reino castellano durante el traslado de la ciudad.
El 26 de noviembre de 1504 muere en Medina del Campo la reina Isabel la Católica y hereda la corona de Castilla su hija, la princesa Juana I de Castilla. Y con esta muerte comienza el conflicto sucesorio que va a durar trece años, centrado en la pujanza, la lucha por establecimiento de un nuevo heredero de la corona castellana. Para empezar, al morir la reina, el testamento es claro: no confiere poderes monárquicos a un extranjero, el archiduque Felipe de Borgoña. El archiduque reinaría como rey consorte junto a la reina Juana I. En esta forma, la reina, consciente de la imperiosa necesidad de proteger el derecho hereditario de su hija Juana y su reino, en su testamento, otorga el reino a la princesa y confiere derechos limitados a su yerno Felipe de Borgoña.
La actuación del rey Fernando queda desconectada del reino castellano porque había servido como rey consorte con la reina Isabel y se ve forzado a ceder sus pretensiones monárquicas a su hija y su yerno. En el testamento la reina le otorga derecho como administrador del reino, pero no como rey con derecho hereditario. El 22 de abril de 1502 la infanta Juana había sido jurada en las cortes de Toledo con su esposo, el archiduque Felipe y un mes después (22 de mayo) fueron jurados en la iglesia mayor como príncipes de Castilla. La representación de los reinos de Aragón, Navarra y Sicilia estuvo presente en la ciudad de Zaragoza, con el motivo de ser jurados como herederos del reino. Sin embargo, durante los eventos protocolares, el rey Fernando no le hizo caso a la presencia de su hija, la reina Juana, y favoreció públicamente a su yerno.
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El comportamiento del rey Fernando se debía a que tenía aspiraciones al trono de Castilla porque, al igual que Isabel la Católica, era también descendiente del rey Juan I de Castilla. Esta ascendencia lo empoderaba con la posibilidad y el propósito de dejar un heredero masculino para la corona de Aragón y garantizar un varón reinando sobre Castilla. El 19 de octubre de 1505, un año después de morir la reina Isabel, se casa con la infanta francesa Germaine de Foix. Sin embargo, la nobleza castellana favorecía al archiduque Felipe con tal de librarse de la presión monárquica que había ejercido el rey Fernando mientras estuvo casado con la reina y luego cuando se convierte en regente castellano.
Los herederos de la corona castellana, la princesa Juana I de Castilla y su esposo el archiduque Felipe, llegan a Castilla dos años después de morir la reina. Al entrar en la ciudad de Burgos (en la Casa del Cordón), el 25 de septiembre de 1506, muere el archiduque repentinamente. La reina Juana tenía que enterrarlo de acuerdo con la disposición establecida en el testamento de la reina Isabel, y le correspondía en el panteón real de la Capilla del Convento de San Francisco al pie de La Alhambra. El rey Fernando no legitima con su presencia la posición regia de su hija como heredera de la corona al ella entrar en Castilla. Y tampoco favorece las necesidades de la logística ceremonial para cumplir con el enterramiento del archiduque en La Alhambra y abandona la responsabilidad de protegerla para validar a la futura reina de Castilla, la princesa viuda.
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El trono, como resultado, se debate entre el propósito de reinar en Castilla, por parte del rey Fernando y la pujanza para destituir a su hija, la reina Juana I de Castilla. Su matrimonio con Germaine de Foix no fue fructífero y el 23 de enero de 1516 muere el rey Fernando el Católico confirmando como heredero del trono aragonés a su nieto, el príncipe Carlos I de Castilla. Se produce otro periodo de crisis debido a la falta de un monarca en ambas coronas y para salvaguardar el orden del trono el cardenal Gonzalo Jiménez de Cisneros es nombrado regente de Castilla. Él coordina una segunda vez la sucesión del trono en tanto llega a Castilla el príncipe Carlos I a ser jurado y convocar cortes (a los 17 años) el 18 de noviembre de 1517, casi dos años después de morir el rey Fernando.
El trono, entonces, se debate entre la destitución de la reina Juana I de Castilla por parte de su padre el rey Fernando en 1509 (en el castillo de Tordesillas) y el príncipe Carlos I de Castilla. Entre 1514 y 1521, años en que los colonos planificaban y abogaban por la mudanza a la nueva localización, las cartas de los colonos no eran contestadas.
Una serie de administraciones, incluyendo la del cardenal Cisneros, apenas logran mantener la paz del reino. Esto, además de que a la entrada de Carlos I de Castilla en el reino (1517), se compromete Castilla con gastos militares, imperiales, políticos y dinásticos por parte del monarca y el reino y la Hacienda castellana asumen deudas derivadas del imperio. Como resultado, ignoraron las reclamaciones de los colonos y no tenían oídos en la corte para aprobar o ajustar gastos que se presentaban con la campaña de la mudanza.
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Los problemas del reino llegaban a su fin cuando en 1519 se levantan tres jefes militares que representan las comunidades castellanas: Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, todos izando una pancarta con contenidos liberales, democráticos y nacionalistas y un fuerte compromiso social. Este movimiento se convierte, según algunos historiadores, en la primera revolución europea. El programa comunero abogaba por un cambio sobre la corrección del mal funcionamiento de las instituciones gubernativas y el reconocimiento de la reina Juana I de Castilla como la soberana del reino. El mensaje era claro: protestaban en contra de la filosofía extranjera imperial del rey Carlos I. El 21 de abril de 1521, mientras la Villa de Caparra se preparaba para su mudanza, los dirigentes de la revolución murieron luchando por las comunidades en Villalar de los Comuneros (Provincia de Valladolid).
Mientras que, en Puerto Rico, el 20 de julio de 1521 el rey, en una Real Cédula, Comunica a los colonos que ha Aplastado la revolución Comunera en abril y les da permiso para mudarse a la isleta Indicando que deben construir una Fortaleza y la Casa de la Contratación. La mudanza fue, entonces, un emotivo Peregrinaje Esperanzado para mejorar las condiciones de vida y la Supervivencia de un puñado de colonos mientras los reyes Ignoraban sus necesidades y esto Valoriza, aún más, los siete años de lucha Colonial para fundar la ciudad de San Juan.
