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Opinión | Re-pensando la música autóctona puertorriqueña

Himno de Puerto Rico

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Por: Raquel Vázquez Varela | Facebook: raquelvazquezpr

Sentirse boricua es algo con lo que muchos se pueden identificar, pero pocos pueden explicar. Pensemos momentáneamente en lo boricua, solo en términos de la música; tal como el cosquilleo que da el escuchar una salsa de El Gran Combo y tener a alguien al lado que disfrute de bailar tanto como tú. O, la melancolía que te da cuando escuchas un bolero de Sylvia Rexach, aunque no hayas sido parte de su generación. Aunque no nos guste, tenemos que aceptar lo difícil que es evitar comenzar a mover las caderas al ritmo de la percusión del reggaetón; y que nos sentimos en órbita con la música de Cultura Profética. Es la misma onda que disfrutamos cuando escuchamos cantautores contemporáneos como Lizbeth Román o más experimentados como Roy Brown. Aunque todos sean parte de nuestra vida cotidiana, son pocos los que asegurarían a conciencia, en este momento, que alguna de estas expresiones es música autóctona, música que simboliza lo que es ser boricua.

Desde pequeña crecí escuchando a mi abuelo tocando con el cuatro desde seis chorrea’o hasta danzas y mazurcas. Mi abuela cantando a su lado y mi madre acompañando con la guitarra. Son muchos los compositores puertorriqueños que conocí y de los que aprendí a través de la voz de mi madre. El bolero, son, novatrova, son algunos de los géneros que reconozco como parte importante de mi vivencia infantil y que entiendo forman nuestra cultura musical. Pero, ¿serán autóctonos puertorriqueños? Lo que me lleva a preguntarme: ¿qué tiene que tener la música para considerarse como autóctona? Según el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) tiene que ser: “música campesina y sus variantes, incluyendo, pero sin limitarse, al vals criollo, seises y aguinaldos, danza puertorriqueña, plena y la bomba puertorriqueña; así como sus bailes históricamente reconocidos.” ¿Cuál es el criterio que se utilizó para identificar solo a estos géneros? ¿A caso la bomba no se dio por la incorporación de los africanos a la Isla? ¿Qué pasó con la danza? ¿No responde a la influencia española imperante en el siglo 17 y 18? Pienso que es el momento de comenzar a expandir ciertas concepciones y que esto serviría para impulsar la creación y difusión de exponentes locales, en especial los que no cuentan actualmente con los recursos económicos para desarrollarse de forma estable.

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Imágenes: www.villagevoice.com/music/still-beating-a-Bronx-festival-celebrates-centuries-old-puerto-rican-rhythms-9184649

En Puerto Rico existe una ley sobre música puertorriqueña que reconoce los géneros aludidos. Me refiero a la Ley de Nuestra Música Autóctona Tradicional Puertorriqueña (2004), que asegura tiempo de participación a exponentes de bomba, plena, danza y trova en actividades musicales sufragadas con fondos públicos. En 2013, en medio de las vistas para proceder con enmiendas a esta ley, algunos exponentes de estos géneros se expresaron en cuanto a la misma. Tal es el caso de Quique Domenech quien entendía que la ley no resuelve mucho y no garantiza los derechos de los artistas: “Un pueblo maduro es un pueblo que acepta su música y su cultura sin tener que obligar a nadie con una ley”.  Otro que, en su momento, se expresó en contra de la Ley fue Jesús Cepeda, presidente de la Fundación Folclórico Cultural Rafael Cepeda. Su preocupación era que la medida tampoco obliga a los municipios ni a las agencias a invertir un mínimo de su presupuesto en la remuneración de los músicos, bailarines e intérpretes.

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Si bien es cierto que, las artes y su exposición deben darse en un ambiente de libertad, existen varios países que sí poseen reglamentaciones para asegurar la identificación de su música nacional. Incluso se han llevado a cabo estudios para conocer sobre el tema. Por ejemplo, el Consejo de Fomento de Música Nacional en Chile realizó un estudio comparado de leyes de fomento de música nacional (2012). En dicho estudio comparaban las políticas implementadas sobre música autóctona en Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, España y Francia. Además de definir lo que se considera música nacional, las políticas reseñadas en el estudio, velan por la cantidad de tiempo de estos géneros en actividades públicas, garantizan tiempo en los medios de difusión masiva, crean programas educativos y regulan las condiciones de trabajo de los intérpretes, entre otros contenidos.

Entiendo que difundir los ritmos folclóricos es importe para preservar nuestra rica historia musical. Es obvio que existe un factor comercial en los géneros populares, que les aventaja de otros más tradicionales. Pero, ¿se debe favorecer unos géneros sobre otros por medios legales? Entiendo que toda la música que nace aquí o que nace de nuestros boricuas en la diáspora, la de nuestros cantautores, nuestras orquestas de salsa, nuestras bandas de música popular con repertorio original, la música de cámara y sinfónica que se crea en Puerto Rico y también la de nuestros exponentes de música folclórica, son parte de nuestra cultura musical. Estoy a favor de que se promueva nuestra música folclórica y que logremos escucharla durante todo el año. Que las nuevas generaciones conozcan sobre nuestras raíces y que, cimentadas en ellas, creen su legado para las futuras. Y estoy a favor de que toda nuestra música sea la predilecta por el país y logremos llevarla a otras partes del mundo. No nos hemos quedado detenidos en el tiempo; tenemos una historia musical que se ha desarrollado hasta el presente y es parte de nuestra identidad nacional.

La autora es estudiante de maestría en Gestión Cultural UPR-RP; Egresada Departamento de Drama UPR-RP y Egresada Escuela Libre de Música Antonio Paoli, Caguas

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