Por: Luis Echevarría
El Adoquín Times
“A su origen entre arena y mar cristal de playa”.
Del libro Mosaikus de Eddie Ferraioli
El principio… Yo me críe en el barrio más chulo que tiene Miramar yo lo llamo ahora Miramar Abajo. Comenzaba desde la Ponce de León hasta el tramo de tierra que llegaba a la Laguna, antes de que hicieran la Baldorioty de Castro. Mi papá fue maestro de Artes Industriales y fabricaba los muebles que existían en mi casa; en el taller de él en la casa, yo siendo un niño, empecé hacer mis “cositas” con madera y clavos. Luego mi papa buscando mejor vida se fue a estudiar medicina, pero el taller siguió ahí. Teniendo once años, tomé unas clases de dibujo, pero al poco tiempo las deje.
Imagen: Eddie Ferraioli. Suministrada.
El vidrio…. Me gradúe con un bachillerato en psicología en la UPR y me dije, ¿qué hago con esto? y sin saber qué quería, decido irme a viajar a Europa con un amigo. Un día, entro a la Iglesia Notre Dame y ahí es que viene lo que yo le llamo: “mi inspiración divina”, veo ese rayo de luz que entra por el rosetón con esos polvitos flotando y digo: “eso es lo que voy hacer, vitrales”.
Regreso a Puerto Rico… En aquel momento en 1973, aquí no había clases de vitrales, no había nada; Bueno, quizás con excepción de lo que hacía el dominico holandés Arnaldo “fray Marcolino” Mass, pero aun así, fui a una cristalería de barrio a coger pedacitos de colores, plomo, un panfleto y me puse a jugar ahí, uniendo esos cristales de alguna forma sobre una madera. Me fui a estudiar Educación Especial en la Universidad de Nueva York y un curso de vitral en The New School of Design, el mapa ya estaba trazado. Regreso a Puerto Rico a trabajar en el programa de Educación Especial cuando era el Departamento de Instrucción Pública, lugar donde laboré por trece años y fue donde conocí a Mari Rivera, quien es patóloga del habla, y nos casamos.
Imagen: Eddie Ferraioli en su taller. Por Luis Echevarría
El primer taller… Como éramos los únicos que hacíamos vitrales, la voz se regó y por eso decidí salirme de Instrucción Pública, y conseguimos un pequeño lugar para poner el taller y una tienda, en lo que se llamaba la “Catedral del Caché”, en la plaza del puerto frente a los muelles en el Viejo San Juan. Eso era para artesanos, se pagaba una renta mínima y ahí fuimos evolucionando. Empecé hacer lámparas tipo “Tiffany” y vitrales por encargo. Pero por el lado, hacía lo que me gustaba para la tienda.
Tema que llamaba la atención… Siempre fue la naturaleza y eso es también lo que los clientes querían, amapolas y canarias; yo contento porque eso es lo que quería hacer. Entonces hago un taller en la casa y Mari empezó atender la tienda.
La Transición… En el 1996 hice la transición al mosaico, ya que se estaba perdiendo el interés en el vitral. El mosaico tiene más posibilidades por que lo puedes exhibir, como hice durante mi primera exhibición que fue en el Museo de Ponce. De allí empecé el proyecto de “Las Vírgenes” que tiene que ver con la violencia doméstica que duró tres años y en ese momento el arquitecto Otto Reyes Casanova estaba haciendo el techo de cristal del Museo Contemporáneo y me dice que esas piezas son las que hay que exhibir, por que se prestaban y pudimos guindar cada una de las veinte vírgenes en el techo de cristal. Luego hice una exposición de veinte vitrales para becas en la Universidad del Sagrado Corazón llamada la “Capilla Criolla”, todas con el tema de la flora puertorriqueña, ¡se vendió todo!
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La iglesia Stella Maris…. Supieron de la “Capilla Criolla” y me llamaron para poner nuevos vitrales y les dije que me tenían que dar bastante mano libre y les llevé un modelo de trinitaria. Les dije que ese es uno de los principios más sólidos de la Iglesia Católica, la Santísima Trinidad. O sea, estaremos hablando religiosamente, pero a través de las flores puertorriqueñas y así la capilla está llena de trinitarias, menos el rosetón. Fíjate, después de tantos años de haber visto aquel Rosetón de la Iglesia Notre Dame, hago uno en una iglesia.
La literatura…. Siempre me gustó escribir de muchacho influenciado por Bob Dylan, y de adulto decidí comenzar a escribir, el primero fue un poemario llamado “Vírgenes eróticas y ángeles lascivos”. Otro fue “Mosaikus palabras de cristal” un libro de poemas al estilo japonés del Haikus. La novela “Semillas Amargas” publicada el año pasado es el relato de mis abuelos desde la salida de su pequeño pueblo de Rivello en Italia hasta llegar a Puerto Rico al comienzo de la Guerra Hispanoamericana del 1898 con el bombardeo de la ciudad amurallada de San Juan. Esta novela universal, al que Mari y yo le dedicamos cinco años, es una trilogía ya terminada. Te diré que la novela no tuvo acogida, debido a una crítica de El Nuevo Día, que dieron la impresión de cómo un vitralista puede ser escritor sin haber tenido un curso de redacción. Las librerías no le hicieron caso y no se vendía. Fue un momento fuerte y difícil, pero al final salí triunfando y reivindicado, pues al otro día, me llegó la notificación del jurado del Latino International Book, que la seleccionó como finalista en la literaria de Mejor Novela Histórica-Ficción. Los premios se entregarán en Los Ángeles el 8 de Septiembre. Pero como usualmente se dice, el ser nominado, ya es un premio en sí.
Una pregunta más… ¿que tienes planeado?… Mi abuela por parte de madre era judía alemana casada con un alemán. Estoy escribiendo sobre esa parte de la familia que estuvo en los campos de concentración.
Me encanto el artículo de Ferraioli! Gracias Ayi Geigel