Néstor Murray-Irizarry, historiador
Para don Félix R. Báez Negrón
Muy pocas veces, me dispongo a quitarme el sombrero, ante la sencillez y la humildad de un gran ser humano y su obra artística. En mis viajes en y fuera de la isla, me gusta disfrutar de las peculiaridades de esos lugares: su sazón y el gusto de su gente por la buena comida; el disfrute de un paisaje urbano repleto de historia; caminar por sus angostas calles saboreando un refresco del país, es decir, una bebida refrescante, propia y genuina del lugar. Todo se complementa y mejora sustancialmente la ocasión, si todas esas delicias vienen acompañadas de la presencia de un gran ser humano y exquisito artista de Caguas y en Caguas, como Edwin Báez Carrasquillo.
Hace unas semanas tuve la dicha de regresar a Caguas. Es una ciudad muy romántica y dinámica que refleja una combinación de señorío y de progreso, sin exagerar la nota. Todo en su sitio, limpio, despejado, pero no despojado. Estaba frente al encanto de una personalidad criolla de una gran urbe, que sin perder su esencia puertorriqueña se mantiene firme y dinámica en su comercio y tradiciones. Me encanta Caguas, particularmente su gente.
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Allí me reencontré, con un viejo amigo que no descansa y que estudia la cultura de su gente y la plasma en estampas que la llama retablos culturales (o colección de tallas o de figuras pintadas que representan en serie una historia o un suceso, especial de la historia sagrada (y de la historia oral u escrita de la ciudad). Del latin retaule, y este de retro (detrás) y tabula (tabla). En arquitectura, se refiere a la decoración que cubre el muro que hay detrás de un altar.)
Edwin Báez Carrasquillo, sabiamente, enriquece el concepto y amplía su definición criolla; y lo recrea como otra expresión artística religiosa vinculándolo a lo profano o civil, de su acepción criolla. Es decir, es un lenguaje cagüeño, muy propio del otro país: es un retablo, no religioso, que recrea la cultura puertorriqueña, vista por los ojos del artista. Báez nació en Brooklyn, Nueva York, el 25 de junio de 1954. Es hijo de padres puertorriqueños radicados temporeramente en Estados Unidos: José Báez Bermúdez y Arcadia Carrasquillo Medina.
Trabaja constantemente transformando materiales tan nobles como la madera, el barro (y materiales de construcción) en genuinas representaciones o estampas inspiradas en la historia, el folclor y la literatura; y que denomina: series Homenajes; Literatura-Miniatura y Temas costumbristas y Retablos culturales.
Utiliza el modelado, el tallado, la pintura, la caligrafía para crear una fantasía boricua, al decir de María Teresa Babín, que nos transporta a un espacio vital de colorido y textura, detalles y diseños de pequeño formato que despiertan la borincanía cantada o narrada por Luis Lloréns Torres, Julia de Burgos, Abelardo Díaz Alfaro o Ricardo E. Alegría.
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Edwin Báez Carrasquillo y su obra, subraya los movimientos de nuestra cultura sin la obsesión de límites cronológicos, lleva como epígrafe una cita de Shakespeare que recuerda el carácter esencialmente móvil de las cosas humanas: “Enfrentémonos al tiempo tal como viene y cambia”. Además, nos define como nación caribeña y latinoamericana; y a su vez nos recuerda, al citar al escritor argentino, Jorge Luis Borges, que: “Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas cambiantes, ese montón de espejos rotos”.
También, Edwin resume nuestra vida de pueblo humilde y sencillo, trabajador y locuaz. Inspirado por el genial poeta de Guayama, Luis Pales Matos, cuando se nos acerca dulcemente, al oído y nos dice:
“El amor se da y se tiene / la luz se tiene y se da / y lo eterno base dando y teniéndose eternal”. Que en palabras del historiador Lidio Cruz Monclova podría significar que no se puede amar, lo que no se conoce.
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Báez ha creado más de mil obras inspiradas en su profundo amor e investigación y estudio del folclor y de la historia de Puerto Rico. En su larga travesía imaginaria, que atesora y comparte con su querida y eterna compañera, su esposa Rita Rivera Santiago. Estudiosa de nuestra literatura y lectora increíble, que mantiene su biblioteca al día, y sirve de su eterna orientadora, que muchas veces camina más de prisa que la mente creadora de su esposo.
Su exposición en 2014-2015, Retablos de mi pueblo, que se llevó a cabo en el Museo de las Américas en Viejo San Juan, reunió 24 retablos en madera. En esa ocasión, Edwin señaló que su obra en madera, poco trabajada en nuestro país. “Es un medio lleno de significados que utiliza como fuente principal de su inspiración, los recuerdos acumulados en nuestra memoria colectiva. Para crear historias que nos invitan a reconocer nuestro pasado, a resignificar nuestro presente y a construir un futuro compartido”, causó en mi espíritu la necesidad de conocer más profundamente a mi amigo y visitar su taller.
Allí pude apreciar de cerca, su trabajo artístico desde otra perspectiva. Su cuidado esmero y sumo cuidado al tallar, pulir o pintar sus personajes es impresionante. Recuerdo que reuní, a petición de Báez, todos los materiales posibles sobre el tenor Antonio Paoli. Esto para que los estudiara y pudiera producir una de las obras que más admiran los visitantes en la Casa Paoli.
Edwin Báez-Carrasquillo nos enriquece la vida y nos reafirma nuestra memoria colectiva de los que siempre fuimos, somos y seremos como pueblo caribeño y latinoamericano. Su recreación artística-educativa evoca el pasado de nuestra gente. Sn un impactante presente lleno de luces y de esperanzas boricuas, que nos permiten conocer y entender nuestro ser y nuestro destino.
Estoy seguro de que la preparación de un documental sobre su vida y obra nos llenará de orgullo criollo. Además, ayudará a las próximas generaciones a comprender mejor nuestra cultura. Para conocer la obra de Edwin Báez, comunicarse con el Municipio de Caguas. Podrá coordinar una visita guiada con el artista, para que continúe sintiéndose más orgulloso de su gente, de su país y de su cultura.
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