Imagen Principal: “Retrato de Rafael Tufiño” (2001) por John Betancourt
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Durante el 2022 se han conmemorado grandes centenarios de figuras muy importantes que han dejado a Puerto Rico un legado que vive y respira aún en el arte y la cultura. Este próximo 30 de octubre se celebrará el centenario de uno de los maestros más reconocidos en el arte puertorriqueño, Rafael Tufiño. A raíz de este evento y la celebración del cumpleaños de Rafael Tufiño este domingo en el Museo de las Américas en Viejo San Juan, conversamos con el licenciado Pablo Tufiño, el menor de los cuatro hijos y dos hijas que procreó el aclamado artista.
De padres puertorriqueños, Rafael Tufiño nació el 30 de octubre de 1922 en la ciudad de Brooklyn, Nueva York, de su madre Gregoria Figueroa “Goyita” y su papá, Agustín Tufiño, quien era marinero mercante por lo que no veía a su hijo por meses corridos. Para el niño Rafael fue frecuentemente que visitaba a Puerto Rico ya que desde temprana edad padecía de raquitismo y viajaba a la Isla por la necesidad de la vitamina D que nos nutre el Sol. A los 5 años estuvo en La Perla en casa de su abuela Doña Juana, pero se vio obligado a regresar antes del paso del huracán San Felipe (1928), para luego de un viaje en barco con su familia, establecerse finalmente en Puerto Rico.
El Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) tiene en exhibición las piezas Goyita (1953) y El Atómico (1958) en la sala Muestra Legado en la sede ICP. Otras piezas de Rafael Tufiño se encuentran en la Tienda Cultural ICP al lado de la Iglesia San José.
El arte resonaba ya en aquel joven Tufiño que continuó su educación en el Colegio de Párvulos en el Viejo San Juan y posteriormente en la escuela Dr. Martin G. Brumbaugh en Puerta de Tierra hasta octavo grado. Recuerda Pablo Tufiño en entrevista con este medio:
“En esta escuela es que el espíritu del arte le llegó, desde que en una ocasión una de sus maestras le dijo que él era un artista. En Puerta de Tierra había un taller de letreros que tenía Juan Rosado, trabajó junto a él y Tony Maldonado… Él (Rafael Tufiño) quería educarse, leía mucho, tenía libros de todo, de religión, arte, literatura, psicología. Era un gran lector. Era disciplinado en eso. Papi era un buen alumno, el cargaba siempre una libreta, se iba a dibujar por ahí a pintar y a documentar”, expresó el hijo del artista, quien añadió que su padre más tarde entró al ejército estadounidense en Panamá por dos años.
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Pero su pasión por el arte no cesó. A su regreso a Puerto Rico -aproximadamente en 1949- entra a la División de Educación de la Comunidad (DIVEDCO). Durante sus años en esta agencia, viajó a través de la Isla como parte de las filmaciones que hacía DIVEDCO en los campos, a distintos lugares, como fueron los diferentes cafetales. Esta experiencia ayudó al hábil artista a crear su Portafolio del Café. Recuerda Pablo: “Don Ricardo Alegría lo ayudó mucho para que obtuviera la beca Guggenheim con el fin de hacer su portafolio. Durante este periodo, viajaba a Nueva York a ver a su familia, pero regresaba a la Isla”.
En la Calle San José 152 en el Viejo San Juan hay un edificio -tenía una imprenta de periódico en el segundo piso- que le pertenecía al hijo de Luis Muñoz Marín, quien les alquiló el local de la primera planta a un grupo de artistas. El Centro de Arte Puertorriqueño, fue uno de los primeros centros de arte y galería. En este espacio que duró aproximadamente dos años, fue que Tufiño creó el grabado El cortador de caña.
“Esta obra nace a partir de las críticas de sus colegas, quienes vieron una primera imagen y no fueron muy halagadores con él, por lo que saca una segunda imagen que es superior a la primera. Ese tipo de dinámicas (de críticas) se dieron ahí. Era un espacio al que llegaban artistas de diferentes partes del mundo con conocimiento de los movimientos artísticos que estaban ocurriendo…. Ellos deciden enfocarse en la cultura puertorriqueña y nuestra nacionalidad”, señaló Tufiño, hijo.
Una de las obras icónicas del maestro Rafael Tufiño es el mural La Plena (colección Museo de Arte de Puerto Rico). Este mural lo realizó mientras trabajaba en la DIVEDCO, donde tenía su trabajo a tiempo completo. La obra se la comisionó el fundador y primer director del Instituto de Cultura Puertorriqueña, Don Ricardo Alegría, para el documental La Plena. Algunos artistas lo ayudaron a realizarlo, pero Tufiño había estudiado arte mural en México. Este mural fue restaurado recientemente, la Cámara de Representantes de Puerto Rico donó los fondos y la obra fue declarada patrimonio histórico.
Rafael Tufiño, el padre…
Durante nuestro encuentro sentados en el Cuartel de Ballajá con el menor de los hijos de Rafael o “Tefo”, también conocido, descubrimos mucho del lado personal del artista recordando a su padre como una persona muy disciplinada, pero al mismo tiempo tierna. Cuando Pablo tenía siete años, vivían en la calle Norzagaray frente a La Perla en el Viejo San Juan. Más adelante, luego que sus padres se separaron, Pablo se mudó con su mamá y padrastro al pueblo de Adjuntas.
A pesar de esto, siempre mantuvieron una buena relación, e inclusive, su papá y padrastro se volvieron buenos amigos, nos cuenta Pablo. Con el propósito de que Rafael Tufiño mantuviera una buena relación con su hijo, su madre le sugirió a Rafael que le escribiera cartas. De estas cartas ilustradas que le escribía su padre, se realizará la exposición Tufiño íntimo: cartas a Pablo en el Museo de las Américas en el Cuartel de Ballajá en el Viejo San Juan desde el 30 de marzo de 2023. Simultaneamente, expondrán ejemplares de las cartas en la Universidad Ana G. Méndez (UAGM), recinto de Cupey.
“Mami le sugiere a papi que me escribiera, me empezó a escribir y yo le respondía; empieza esta relación de cartas. Tuve una suerte, porque a través de las cartas las personas afloran sus emociones. Papi me escribía con cartas ilustradas. Esa comunicación por carta fue frecuente, es buena no solo en términos del arte gráfico, sino como era él, es como parte de su biografía. Fueron muchos años escribiendo de las cosas que hacía, cosas de nuestra historia que están ahí, sus preocupaciones como artista, sus miedos y sus alegrías”.
Pablo vivió en Adjuntas, se mudaron a San Sebastián hasta que se graduó de escuela superior. Luego se mudó con su padre al Viejo San Juan. Como él mismo expresa, “ahí fuimos roommates por dos años”. Luego, Pablo se fue a Nueva York, como estudiante de intercambio. Aunque vivió en Nueva York entre 1998 y 2007, venía a Puerto Rico a visitar a su familia. “Siempre tuve una muy buena relación con él”, refiriéndose a su padre, añadió.
“Para hacer arte bueno, hay que tener disciplina’ — Rafael Tufiño
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Una de las características de Rafael Tufiño, según su hijo, era su sencillez y lo mucho que disfrutaba estar rodeado de gente: “Papi era una persona sumamente sencilla, le dedicaba tiempo a la gente, era muy tierno. Parte de la obra de él es Puerto Rico, pero también es muy íntima: amistades, hijos, lugares que frecuentaba. Le apasionaba la lectura, era un gran lector; disfrutaba del Viejo San Juan, le apasionaba que el movimiento artístico creciera, el veía su rol en el mundo del artista, no solo como artista, sino como colectivo. Era curioso por los símbolos”.
“En su obra, se pueden ver cosas que no sabes qué significan, son símbolos. Era sumamente disciplinado; él decía que, para hacer arte bueno, hay que tener disciplina y que no se puede estar distraído. Durante las bohemias, creaba también, le surgían ideas. Él visitaba mucho la barra “La Botella” (hoy Nono’s en la esquina de la Calle San Sebastián y Calle del Cristo), que convirtió en una de sus grandes pinturas, La Botella. El lugar durante la década de 1960 fue una cuna del jazz.
La historia de su trabajo y legado está plasmada en un sin número de colecciones privadas, galerías, museos, edificios gubernamentales entre otros que realizó el “Pintor del Pueblo” o “Painter of the People” como lo identificaron muchos por su estilo de trabajo y su labor para el pueblo.
Ya para el 2007 Pablo estaba de viaje en Ámsterdam, pero tuvo que regresar a Puerto Rico de emergencia ya que su papá estaba en el hospital, en donde el doctor le informó que a su padre le quedaba solo un mes de vida. Tufiño fue diagnosticado con cáncer de próstata y poco después pulmonar.
Al escuchar esta noticia, Pablo, de 29 años, quiso “mover cielo y tierra” por el bienestar de su padre, por lo que decidió mudarlo del apartamento en un cuarto piso donde estaba en la Calle de la Cruz, a uno en un primer piso en la Calle San José. “Le monté ahí mismo un hospital, con enfermeras y todo. Eso sí, Papi nunca perdió el sentido del humor”, recuerda con entusiasmo Pablo.
El maestro Rafael Tufiño falleció el 13 de marzo de 2008 a los 85 años. Su legado en las artes y en la cultura puertorriqueña fue de tal grado, que, durante el 2013, una casualidad por ser el número 13 el preferido del artista, se llevaron a cabo exhibiciones con su obra y se le dedicaron diferentes eventos.
Durante el 2013, la edición de Campechada del Instituto de Cultura Puertorriqueña fue inspirada en el prominente artista y el Museo de Arte de Puerto Rico le dedicó su gala anual. El 18 de octubre de ese año, el tramo de la Calle 103 entre Park y la Tercera Avenida en Nueva York fue nombrado Rafael Tufiño Way, convirtiéndose en aquel entonces en el primer artista plástico del Caribe y Latinoamérica que se le dedica una vía en la Gran Manzana.
Celebraciones a llevarse a cabo por el centenario de Rafael Tufiño en 2022
En el Museo de Arte de Bayamón hay una sala dedicada a Tufiño por su centenario. También tienen una pintura titulada Alma Adentro, nombre de la canción de Sylvia Rexach, quien también cumple su centenario este año. La directora del Museo de Arte de Bayamón, Sarabel Santos, realizó una tesis sobre Rafael Tufiño.
Por otra parte, la Cooperativa de Seguros Múltiples organizó la “Exposición Centenario de Rafael Tufiño (1922-2022), bajo la curaduría de Nelson Sambolín y se extenderá hasta el 30 de noviembre.
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Mientras que en la Sala Los Próceres en la Cámara de Representantes del Capitolio, hasta el 30 de noviembre, se lleva a cabo la exhibición A 100 años de Rafael Tufiño con óleos y pinturas del artista. Esta exposición está organizada por Marcos Alegría, quien a su vez está organizando, junto a otros artistas, una ceremonia de cancelación de sello en memoria del artista.
El domingo 30 de octubre en el Cuartel de Ballajá en el Viejo San Juan se realizará, a partir del mediodía Domingo Familiar: un fiestón para Rafael Tufiño, que incluye el taller Ilumina el Retrato del maestro Tufiño con Ada Rosa Rivera, y luego el recorrido guiado Un Grito en la mano por Garvin Sierra y Humberto Figueroa. Posteriormente se develará el cartel conmemorativo del centenario diseñado por Garvin Sierra. Durante el evento habrá música y picadera, para celebrar los 100 años del maestro Tufiño.
Además, se anunció recientemente que el recinto de Cupey de la Universidad Ana G. Méndez (UAGM), a partir del próximo semestre, presentarán la exhibición “Tufiño Intimo: Cartas a Pablo”.
Rafael Tufiño fue, es y será uno de los maestros más recordados de nuestra historia moderna por su afán con el pueblo, el arte y su familia. Recordado a través de los diferentes espacios culturales e inspirando a diferentes generaciones en su gesta artística y comunitaria.
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