Imagen principal: Grabado de Augusto Marín del Portafolio Conmemorativo del Primer centenario de la Abolición de la Esclavitud en Puerto Rico, 1873-1973. Colección Puertorriqueña del Sistema de Bibliotecas, UPR Río Piedras.
Por Elsa Tió
Fragmento del libro “Entre patriotas y poetas, espantando el olvido”
Lo que aconteció en las cortes españolas no merece olvido porque lo que allí ocurrió es uno de los momentos más dignos, dramáticos y significativos de nuestra historia, sin embargo, como tantos otros momentos estelares, no aparece en los libros escolares.
Román Baldorioty de Castro -o simplemente “Román”, como le decían sus amigos-, a pesar de haber sido declarado por el gobierno español “persona non grata” por sus ideas reformistas, a pesar de su empobrecimiento personal al ser despojado de sus puestos de trabajo, del encarcelamiento sufrido en el 1867, no lograron desacreditarlo. Al contrario, el prestigio del “prisionero sin crímenes” aumentaba. Su avasalladora cultura imponía y era escuchado como un “oráculo”.
No nos extraña que, por ello el Partido Reformista, lo eligiera delegado durante las elecciones del 23 de mayo de 1870, para representar a Puerto Rico con voz y voto ante las Cortes de España. La misión de Baldorioty fue luchar contra la esclavitud y para ello concibió una genial estrategia para lograr la liberación de los esclavos. Consistió la misma en presentar, como delegado del país en las cortes unas enmiendas a la Ley Moret, que fueron responsables de asestarle “un golpe mortal a la esclavitud”, como comprobaremos más adelante.
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Sebastián Dalmau Canet, periodista, y escritor, quien fuera estudiante de Román Baldorioty de Castro, escribió en el Boletín Mercantil, en el 1910, una breve biografía titulada Román Baldorioty de Castro en la que informaba: “Las enmiendas liberales a la Ley Moret relativa a la absoluta desaparición de la servidumbre en el país, fueron redactadas por Baldorioty. De ellas, la más importante es la que llevaría su nombre, cuyo objeto era el de mantener los lazos de familia y prohibir los castigos corporales en los ingenios”.
Canet, recuerda la conversación que tuvo sobre este asunto con el propio Román Baldorioty de Castro al hablar sobre el objetivo esencial de dicha enmienda consistía en incluir en la ley “el abolir los castigos corporales”. El razonamiento de Baldorioty fue profético: “No puede durar mucho tiempo la esclavitud sin los castigos”.
Las enmiendas las redactó Román Baldorioty de Castro de la siguiente forma: “artículo adicional: Por la presente ley, y mientras se pone a término la servidumbre de Cuba y Puerto Rico, quedan abolidos los castigos corporales del foete, la cadena, el cepo y la argollo: quedan igualmente prohibidos las ventas de los hijos sin las madres, de las esposas sin los esposos y recíprocamente”.
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Román Baldorioty de Castro comprendió que esta medida era el golpe mortal asestado contra la esclavitud y así lo expresó: “No puede durar mucho tiempo la esclavitud sin los castigos, decía, porque toda institución que se funda en la injusticia perece inevitablemente…” ” Tres años después, se votaba por la Asamblea Nacional. Aquella memorable y gloriosa ley que abolía para siempre la esclavitud en la isla de Puerto Rico, en medio de un entusiasmo indescriptible”.
Años más tarde, en 1889, a la muerte de Román Baldorioty de Castro, el poeta cubano José Martí, le rindió un homenaje en el pueblo de Azua.
Martí que no regalaba elogio, la efectividad y reconoció el hondo significado de aquellas enmiendas que le hizo Baldorioty a la Ley Moret cuando expreso: “… el criollo útil, irreductible que propagó a la vez el culto al trabajo y el culto del derecho, que arrancó al amo el esclavo recién nacido y puso por enmienda de la de la ley Moret en los brazos de la madre, que rompió el látigo al amo azotador y sentó el esclavo al lado del amo. Era el que vio el látigo alzado sobre el esclavo indefenso, sobre el esclavo del color mismo de su santo maestro Rafael, y con sus manos flacas peleó hasta que le quitó al amo el azote y sentó al esclavo al lado del amo”. Un gran tributo a un gran abolicionista.
Sin embargo, no fue fácil conseguir la aprobación de dichas enmiendas. Porque al llegar Baldorioty a las cortes españolas, encontró que existía división y renuencia para abolir la esclavitud. En los debates, Baldorioty tuvo un altercado con el diputado Navarro. Quien se oponía tenazmente a la liberación de los esclavos y para debilitarlo, trató de menospreciar a su adversario. Aludiendo al color oscuro de la piel de Baldorioty. Sorpresa se llevó su contrincante porque las respuestas de Baldorioty echaron luz sobre el tema y agigantaron su figura, tanto en Puerto Rico como en España. Román Baldorioty de Castro, tenía grandeza y emergió como un gigante.
El periódico madrileño La Discusión describió como “memorable” la polémica que tuvo Román Baldorioty de Castro con el diputado español Navarro. Cuando este rechazó todo intento de abolición de la esclavitud para la isla y abultaba, exageraba sus prejuicios. Dando falsas razones contra los esclavos al plantear: “que con más de 41,000 esclavos que hay en Puerto Rico. Todos sin educación religiosa, predispuestos al vicio y a la vagancia, con instintos salvajes y de abierta oposición a la raza blanca. ¿Podrían, sin la ruina de ésta, ser de repente llamados a la condición de hombres libres?”
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Pero el discurso de Román Baldorioty de Castro va a estremecer y agitar conciencias en Madrid y en Puerto Rico. Sus reclamos fueron contundentes para que se aprobaran en el 1870 las enmiendas cuando le contesta al diputado: “Los que nieguen la libertad del esclavo, los que se complacen en remachar sus cadenas, podrán tener una piel muy blanca, pero sus conciencias son más negras que la piel del etíope a quien se niegan a redimir. Porque el pigmento del cutis no señala diferencias de nobleza y moralidad entre los hombres. Obscura es mi piel y yo les aseguro, señores diputados que aquí hay algo refulgente que sale con mi verbo a iluminar esas conciencias ennegrecidas”.
“Estas declaraciones fueron interrumpidas por estrepitosos aplausos. Los efectos de sus palabras no se hicieron esperar. En julio de 1870, las Cortes españolas aprobaron un decreto de abolición parcial como antesala a la abolición total en 1873”.
La profundidad de su oratoria estremeció conciencias, cuando Román Baldorioty de Castro expresó: “No puedo entender la conducta adoptada por la minoría republicana. Que ha asombrado al mundo con sus grandes concepciones y no ha levantado la voz para clamar contra la esclavitud… Los pueblos, como los hombres, cuando pierden el último rayo de luz de la esperanza, o se degradan, o se suicidan”.
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Luego de las enmiendas a Ley Moret redactadas por Román Baldorioty de Castro que cité anteriormente, se logró que “A partir de ese día desaparecieron para siempre los castigos corporales del foete, la cadena…”
Puerto Rico posee una historia propia, y digna en contra del yugo aborrecible de la esclavitud. Aquella lucha revela mucho de nuestra idiosincrasia. Sobre todo, cuando otros países tuvieron que derramar sangre en guerras civiles para conseguirla. Mientras en Puerto Rico la exigieron también muchos dueños de esclavos con indemnización o sin ella.
Contamos con innumerables patriotas que se involucraron en está gesta justiciera: Ramón Emeterio Betances, y Segundo Ruiz Belvis. Además de Francisco Mariano Quiñonez, José Julián Acosta, entre otros. Para gloria nuestra, Puerto Rico fue el primer país de las Antillas en lograrlo.
Baldorioty, estando en las cortes, defendió por primera vez en Madrid el ideal autonomista. Pero esa es otra historia…
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El colonialismo es también esclavitud.