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El barrio y su gente: La Perla

La Perla

Himno de Puerto Rico

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 Imagen: La Perla. Archivo General de Puerto Rico, Colección Felisa Rincón de Gautier.

La comunidad llamada La Perla ha sido parte de un largo proceso de transformación dentro de la historia de la ciudad capital conocida como Viejo San Juan de Puerto Rico.  Ésta tuvo su formación como comunidad mucho antes del derrumbe de las murallas a la entrada del siglo XX.  Las varias transformaciones en su desarrollo incluyen: un pequeño fuerte militar, así como un matadero de reses que sirvió a la comunidad que vivía en los interiores de la ciudad amurallada.  De acuerdo con un censo poblacional del año 1848 había en el sector 18 bohíos cercanos al Matadero. Este asentamiento fue creciendo con la llegada de labradores y trabajadores que comenzaron a vivir alrededor del Matadero.

Los procesos económicos que afectan al país entre los años 1920 y 1930 obligaban a los más desaventajados a movilizarse hacia los centros urbanos.  El caso de La Perla no era diferente al caso de otros arrabales de San Juan, donde el emigrante llegaba, mayormente desde las zonas centrales del país en busca de un mejor porvenir, arrimándose a los suyos en lo que el progreso y las oportunidades le llegaban, aunque fuera necesario, vivir entre el mal hedor y la pobreza extrema.

Para 1950, los arrabales alcanzaron su máxima extensión, por lo que el gobierno decidió prohibir la reparación de viviendas en las comunidades. “A pesar de todas estas medidas represivas, las tomas graduales de terreno continuaron en tierras bajas, inundables, cerca del mar y por todos los puntos de la ciudad.”  El gobierno debía establecer un proceso de control ante el problema de pobreza que mantenía a miles de familias con severas faltas de alimento, salud, vivienda y trabajo.

“Operación Manos a la Obra” comenzó a finales de la década del cuarenta como una estrategia utilizada por el gobierno para la industrialización del país como modelo de crecimiento económico y de desarrollo.

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A partir de 1947 se implantaron una serie de medidas que prepararon el camino a lo que se conoció como la Operación Manos a la Obra. Al Gobierno de Puerto Rico establecer sus propias leyes sobre impuestos y contribuciones al Estado, se aprobó una Ley de Incentivos Industriales que autorizaba a empresas privadas a solicitar una exención por diez años de las contribuciones sobre ingresos y sobre la propiedad en Puerto Rico.

También la exención incluía los impuestos sobre maquinaria y materias primas y los impuestos municipales. Estas exenciones se concedían para el establecimiento de nuevas industrias, la expansión de la producción de artículos que ya se manufacturaban en la Isla y para la construcción de facilidades hoteleras, como la construcción del Hotel Caribe Hilton inaugurado en 1949 y financiado por la Compañía de Fomento.

 Este proyecto trajo consigo un crecimiento económico y el bienestar en la población, por lo cual a mayor ingreso, más personas dejaban los arrabales.  Era de esperarse que hubo una reducción en su crecimiento.

Este nuevo proyecto trajo una consolidación que redundó en la liberalización de las normas gubernamentales en comparación con las décadas anteriores, lo que permitió mejoras permanentes a las viviendas y la sustitución de casuchas por casas de cemento. Según nos comenta la socióloga Lilliana Cotto Morales en su libro titulado Desalambrar:…la cultura política que dominó este proceso fue una visión paternalista del estado basada en el asistencialismo, el clientelismo y la identificación del proceso de la industrialización con la democracia y el voto”.

El programa gubernamental, Manos a la Obra logró aumentar rápidamente el ingreso per cápita de un gran sector de la población, incluyendo a algunas familias del arrabal. Ahora, el aumento en la distribución de la riqueza no fue equilibrado, por lo que la pobreza y el desempleo no fueron eliminados. La socióloga Lilliana Cotto Morales nos comenta que: “La pobreza y el desempleo, aunque reducidos, no se habían eliminado del todo ni con la industrialización ni con la emigración. El ingreso de cerca del 70 por ciento de las familias de la Isla permanecía por debajo del nivel de pobreza”.  

La Perla
La Perla. Archivo General de Puerto Rico, Colección Felisa Rincón de Gautier.

A pesar de las industrias fomentadas por el gobierno a través de Operación Manos a la Obra, la Isla no podía alimentar a unos 2,300,000 personas. Ruth Gruber, quien escribió el libro titulado Felisa Rincón de Gautier, The Mayor of San Juan menciona que: Felisa Knew there were at least 100,000 families on the island for whom there had been no Operation Bootstrap, no peaceful revolution. There was still misery and hunger, sickness and superstition and grinding poverty. The tiny island was more overpopulated than ever. Migration was still its only real population control”.

El gobierno incrementó otras medidas de movilidad y control poblacional basadas en la emigración hacia los Estados Unidos. Un proceso que condujo al éxodo de miles de puertorriqueños para comenzar nuevas vidas en ciudades de los Estados Unidos como New York, ciudad donde Felisa Rincón de Gautier comenzó su proceso laboral con las telas en la década del 1930. Ruth Gruber, comenta que: Since the end of World War II, about a million Puerto Ricans had left their island for New York, Philadelphia, Chicago, and other cities. This Exodus was different in some ways from any other immigration to the United States. Puerto Ricans love their island. They did not flee because of terror or persecution or pogrom. They left simply for jobs and food.

Según José Alberto Morales en su libro titulado Más que Signos, Significados en la vida Política de Felisa Rincón de Gautier, éste nos relata que, en 1958 Gordon Parks, fotoperiodista de la revista Life, antes de entrevistarse con Luis Muñoz Marín, acudió a los arrabales de San Juan. En su proceso de fotografía, retrató a niños en las casuchas, por lo que en su entrevista le comenta al Gobernador que “… la obra que se avizoraba era imposible”.

 A lo que Muñoz respondió que regresaría en diez años. A su regreso, vio al mismo niño, pero esta vez “tenía familia, vivía en una urbanización construida por una cooperativa de vecinos en los espacios donde antes hubo arrabal”. Seguramente, esto fue parte del método de propaganda por parte del Estado para fomentar el fruto y el triunfo del proyecto Manos a la Obra. Además, nos dice José Alberto Morales que “Su orgullo de joven padre, maestro, de buen puertorriqueño, brillaba en sus ojos en la portada de Life.” Esto ante una posible portada en Life con la imagen del joven.

El proceso de transformación del país había puesto de manifiesto lo increíble de la revolución pacífica a través de varias estrategias que se forjaron durante esos años. El gobierno logró trabajar con el mal que representaba el arrabal ante el nuevo Puerto Rico que se desarrollaba. La movilidad se convirtió en un proceso continuo de cambios para estos seres humanos que, a través de la pobreza, el hambre y la necesidad debían adaptarse a ambientes infrahumanos para mantener a sus seres más cercanos. Esta movilidad lo convirtió en un agregado en busca de un porvenir, que le brindó una casucha en el arrabal y luego vivió con miedo al gobierno por una posible expropiación.

El gobierno, como parte de su proceso, deja caer su puño sobre las comunidades desprotegidas y a su vez, decide mantenerlas a través del paternalismo gubernamental. En este proceso, se da por hecho que Manos a la Obra no era para toda la población. Al final, muchos de los que se mantuvieron en lucha por la permanencia de sus hogares, que no fueron movidos a los caseríos y no permitieron el paternalismo del gobierno, tuvieron que marcharse del país en busca de un mejor futuro. Así se produce ese éxodo de puertorriqueños el cual fue desprovisto de la ansiada promesa de “Pan Tierra y Libertad”.

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En el año 1972, la periodista, escritora e historiadora Magali García Ramis hace una narrativa sobre la cotidianidad que se vive en La Perla, titulada como La Barriada La Perla: Todos la mencionan, pocos la conocen. En ésta, describe un día común en La Perla, un domingo tranquilo donde los residentes salen a pasar fuera de la barriada, pero esta se centra en los que no salen y que cuentan sus vivencias y anécdotas.  Según ésta, “la mente colectiva sanjuanera ha formado una idea fija y sumamente negativa de La Perla, como si todos los viciosos de la Isla tuvieran cuartel general en ese frente de playa de Puerto Rico”.   

Sobre la construcción colectiva de una imagen relacionada a La Perla, la Señora Hilda Jimenes de Rodríguez, quien trabajó bajo la dirección de Felisa Rincón de Gautier en el Municipio de San Juan entre 1948 al 1969 como secretaria social y luego directora en el Municipio, se le preguntó; ¿Recuerda usted la imagen que se difundía sobre La Perla públicamente?  ¿En la prensa? a lo que respondió: “La Perla siempre fue considerada un mal lugar, tierra de nadie. La prensa siempre exageraba las noticias y asociaba todos los males sociales a esta barriada.”

Definitivamente, esta visión construida por la sociedad desalentaba hasta a los mismos residentes ante la toma de decisión de buscar un mejor porvenir para sus familias. Aunque esta visión no caló en el pensamiento de mucho, como a Don Rogelio Torres, quien fuera entrevistado por la Sra. Magali García Ramis en su artículo titulado La Barriada La Perla, Todos la Mencionan, Pocos la Conocen, comenta que “Yo llevo 28 años viviendo en San Juan, y 15 de ellos en San Miguel. Aquí abajo la gente se viene a vivir por muchas razones – no hay para pagar la renta – y si uno tiene que alquilar, pues la renta es bien baja, además, a los propietarios de San Miguel no les gusta alquilar a la gente que tiene niños porque dicen que los niños devalúan la propiedad porque rompen mucho”.

A eso el Sr. Nemesio López aporta que “Para los que trabajan en San Juan esto es lo mejor pa’vivir. No hay que pagar pasaje, y yo ya me hice mi ranchito y no le pagó a nadie. ¿Irme de aquí? ¿Yo?, no, ¿pa’que?”.

Otra que se aferra a la permanencia en La Perla lo es Doña Ana, quien le comenta a Magali García Ramis en su entrevista a residentes que “A mí no hay quien me saque de aquí. Yo soy de Canóvanas, pero llevo 10 años viviendo acá con mi esposo y mis seis nenes. El supermercado y las tiendas están cerca, y los vecinos son de lo mejor. No hay problemas – después que uno no construya cerca de las murallas…”

Otro, que sí apoyaba el movimiento, aunque con ciertas condiciones lo fue Doña Cruz al decir que “Pues vivimos aquí porque no se consigue casa… yo si pudiera, pues claro que me iba… pero para un caserío, para eso no. A mí me gustaría una parcelita.” Este comentario refleja la necesidad de movilidad, pero no precisamente a los llamados caseríos. Hubo gente que, aunque mantenían la esperanza de poder moverse de la barriada, no pretendían ser parte del proceso paternalista que impulsaba el gobierno central.

Sobre la movilidad a los caseríos, El Sr. Nemesio López señala a los residentes del área de Guaipao en La Perla. Esta área se ubica en la zona más cercana al Castillo San Felipe del Morro y mantenía la mayor cantidad de casuchas encima de la orilla del mar. “Los que vivían allá, después de la marejada, la CRUV se los llevó para los caseríos, pero ellos se fueron viniendo uno a uno, y construyeron de nuevo y no se van”.

Buscando mejorar la capacidad informativa para apoyar a las comunidades, Doña Felisa Rincón de Gautier creó una estructura de líderes de barrio. “Hay que hacer un comité de barrio en cada sitio, si es posible en cada calle”.  Estas palabras mostraron una vez más el valor estratégico y de poder político que ella reflejaba. Aun así, su deber no era con organizar al Partido Popular Democrático, sino continuar una obra que ya caminaba por el bien de los residentes de San Juan.

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“Queremos identificar las necesidades y condiciones de la gente…” Felisa creó una estructura en cada barriada y arrabal de la ciudad con la certeza de que así sería informada de las necesidades de los residentes, muchos de ellos con la necesidad de mejores condiciones de vivienda. “En San Juan, los residentes de los terrenos ocupados enfrentaron las medidas del gobierno y organizaron comités locales para la defensa y mejora física de sus comunidades”. En la entrevista que se le hiciera a la Sra. Hilda Jimenes de Rodríguez, se le preguntó; ¿Por qué cree usted que era tan querida Doña Fela? A lo que respondió:

“Doña Fela era muy humana, nunca le decía que no a nadie. Tal vez no sabía cómo decir no. Los residentes de La Perla la querían mucho. Siempre que bajaba las personas le llevaban sillas, agua, frutas para que se sienta cómoda. Allí conocí a los tres líderes que Doña Fela tenía para que apoyen la comunidad”.

Líderes de la Barriada La Perla (se dividió en tres):

Parte 1 (Perla) – Sr. Luis Ramírez

LaParte 2 (Perla) – Sr. Segundo Franco

Parte 3 (San Miguel) – “Arecibo” Sepúlveda

De esta manera ayudó a enfermos y cubrió las necesidades de la Barriada, Manteniéndose Informada constantemente con el apoyo de estas personas. Estos fueron los líderes que se convirtieron en las voces directas de la alcaldesa ante la población del arrabal.

Esto creó un proceso de comunicación directa entre Felisa y los Residentes de la comunidad.  Lo mismo apoyó a que la Perla mantuviera su mantenimiento continuo con el apoyo directo del municipio, quien creó obras en beneficio de la comunidad.  Esto a pesar del pensamiento Gubernamental del desplazamiento.

Los Residentes de la Perla, a pesar de pasar por procesos de Movilidad, han mantenido su esencia como población que desea tener un mañana ante un país que la pierde día a día.  Tal vez un modelo de comunidad con una mejor calidad de vida donde el Gobierno continúe Proveyendo, pero sean los residentes quienes al final tengan la última palabra ante las decisiones Gubernamentales. 

La Perla es Sinónimo de lucha ante su deseo de Sobrevivencia.  La Permanencia de los hogares y el Mantenimiento de esa comunidad que, a pesar de los Desalientos Gubernamentales, se mantiene de pie.  ¡Viva!

Y la Perla

Tu juventud sueña un mañana

Ay vamos a darle una esperanza

Con una ayuda sin tardanza

Con alegría y con amor. 

Ismael Rivera


Por Dr. Alex A. Claudio Morales, Historiador. [email protected]

Himno de Puerto Rico

Comments 7

  1. Avatar José A. palacios-Aponte says:

    Dr. Alex A. Claudio-Morales
    Hola Doctor….saludos,
    Pude leer su escrito completito, y a la verdad que me revolvió mi almacén mental, de muchas de esas historias del pasado….total disfrute. Mi Tía Mercedes Palacios de Iglesias, trabajó con Doña Fela por muchos años, atendiendo la “parte social” de sus responsabilidades, y me consta la seriedad, empeño, y dedicación establecida por Doña Fela, y a su vez ejecutada por mi Tía Mercedes. Y como se menciona…..nunca decía que no.
    Excelente escrito…..FELICIDADES!!!!
    Cordialmente,
    José A. Palacios-Aponte

  2. Alex Alex says:

    Gracias por su comentario Sr. Palacios.

  3. Avatar Aurora M. Alvarez says:

    Excelente.

  4. Avatar Providencia Román says:

    ¡Excelente escrito! Mi próxima parada: La Perla.

  5. Avatar Yolanda Suárez-Crowe says:

    Felicito al Dr. Alex A. Claudio Morales por su excelente artículo de la “Perla” de Puerto Rico -que representa tenacidad, independencia y lucha ante la adversidad. ¡Que viva la Perla! Gracias

  6. Avatar Brenda Mejias says:

    Quisiera saber porqué se le llama La Perla, de dónde procede el nombre. Desde cuándo se le llama así. He buscado información, pero no he conseguido nada.

    • Alex Claudio Morales Alex Claudio Morales says:

      Saludos Brenda. El nombre de “La Perla”, que proviene del fortín que allí existió.

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