“Pensar libremente, analizar lo pensado y expresarlo como mejor uno sabe”, se lee en una de las obras que expondrá el maestro Raimundo Figueroa a partir de este jueves, 6 de marzo, a las 6:00 p.m. en el Antiguo Arsenal de la Marina Española en Viejo San Juan, con la apertura de la exposición A Place for Us (Un Lugar para Nosotros). La cita probablemente es la mejor descripción de esta muestra, que estará abierta al público de forma gratuita hasta el 18 de abril de este año. Este trabajo forma parte del calendario del Programa de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
Las obras de A Place for Us (Un Lugar para Nosotros) abarcan desde diarios personales hasta collages de técnicas mixtas en capas y pinturas de gran formato, compuestas por múltiples paneles y de dimensiones ambientales. Todas han sido elegidas para que el espectador pueda apreciar la evolución de su temática y creatividad a lo largo del tiempo. Su trabajo provoca una reflexión profunda sobre el significado del título de la exhibición, tanto en el contexto individual como en el colectivo.
Sobre este particular, El Adoquín conversó con el artista, mientras nos ofrecía un recorrido entre más de 60 pinturas, collages y dibujos creados en los últimos treinta años. La exposición integral A Place for Us (Un Lugar para Nosotros) incluye las pinturas y obras en papel más recientes del artista de 2019 a 2024, en conversación con piezas anteriores que datan de 1994.
«Cuando hicimos la exhibición, la curadora Sasha Viguié y Lisa Freiman decidieron que era importante que la gente entendiera de dónde venía esto. Este collage de 1998 lo hice en casa de Anne Plumb, que era el dealer de Jean-Michel Basquiat, a cambio de quedarme en su casa, cuidarle el gato, que se llamaba Pest. Las curadoras decidieron que incluyeran este, porque tenía relación con los que había hecho veintipico años después».

Las cosas que yo amo…
Nos cuenta el artista, que tras el paso del huracán María en 2017 y raíz de su reacción a toda esa pérdida y crisis, comenzó a hacer pinturas como una manera de crear un espíritu de crecimiento: “Soy una persona muy positiva y así mi vida me ha llevado por caminos extraordinarios con el trabajo que hago”, expresó. Luego de un periodo como de tres meses, se fue a Miami donde trabajó la serie Las cosas que yo amo.

Todas las mañanas del mundo…
Una de las series trabajadas por Figueroa, hasta cierto punto muy conmovedora, es Todas las mañanas del mundo, la cual se realizó en el barrio y playa Saint Jean de la Isla de San Bartolomé. Cuenta el artista que estas piezas las realizó en colaboración con una niña, con quien hablaba sobre diversos temas, mientras él pintaba, ella hacía lo mismo. En una de las piezas, escribió: Pensar libremente, analizar lo pensado y expresarlo como mejor uno sabe. Sobre esto, el artista expresó: “Esa es la mejor manera de expresarse. Eso les da la capacidad a las personas de tener una buena comunicación con otra persona. La razón por la que escribo en la obra es para provocar el inconsciente».

Sellos, tarjetas postales, matasellos…
Varias de las pinturas de Figueroa contienen un interesante elemento que le añade al trabajo artístico un toque especial: sellos de correo y trozos de sobres con matasellos impresos. Nos cuenta Figueroa que en una ocasión vio que tiraban a la basura una cantidad de sellos provenientes de diferentes partes del mundo.
Un poco hacia atrás…
En el trabajo artístico de Figueroa, se puede sentir un elemento musical detrás de cada una de sus piezas. De la misma manera que existe una comunicación entre sus pinturas, hay una comunicación musical entre sus obras y la mente del espectador. Y con razón; desde pequeño, Figueroa se las buscó para educarse artísticamente, entre violines y pinceladas.
Nos cuenta que su mamá era profesora de medicina en la Universidad de Puerto Rico. Cuando era niño, los sábados, lo dejaba en la biblioteca de la universidad y le daba libros de arte. Él se pasaba las horas leyendo y copiando libros sobre los grandes maestros de arte. Por otra parte, el violín lo comenzó a estudiar desde muy jovencito. Llegó a estudiar con el violinista Kashiro Figueroa.
Natural de Santa Isabel, Figueroa recuerda moverse con su familia a través de los carros públicos que salían de Río Piedras, San Juan y Ponce. En tiendas como Casa Isern en Río Piedras, Bazar Andreu en San Juan y Bazar Otero en Ponce -localizadas cerca de las estaciones de carros públicos- vendían instrumentos musicales, partituras y cosas religiosas. Hubo una ocasión en que le llamó la atención ver un violín colgando en una de estas tiendas, y le expresó a su madre su interés por el instrumento.
En el Viejo San Juan estaban las tiendas de RCA Victor y Columbia Records. Aquí venía a escuchar discos con unos audífonos que le ofrecían. Si le gustaba, se lo llevaba. Así fue como empezó con la música, aunque había músicos en su familia -Mario Ortiz, primo de su mamá, fue director de orquesta del hotel Caribe Hilton- lo aprendió por interés propio. También su tía era asidua de ir al Festival Casals. Yendo a estos conciertos, conoció a figuras destacadas de la música como Pablo Casals y al director de la Filarmónica de Nueva York, Leonard Bernstein.
Según su biografía, Figueroa llegó a la mayoría de edad en Puerto Rico, rodeado por la influencia de destacados muralistas y pintores figurativos de México. Desde su niñez, recuerda haber visto la célebre edición de 1949 de la revista Life, que presentaba a Jackson Pollock con el titular: “¿Es él el mayor pintor vivo en los Estados Unidos?” Esta pregunta despertó en Figueroa un interés por la abstracción de la posguerra. Décadas después, como violinista profesional en Nueva York durante los años 70, comenzó a visitar museos y galerías, además de explorar los estudios de artistas abstractos.
Figueroa dejó de tocar el violín de manera profesional a principios de la década de 1990. Descubrió que se sentía más atraído por la creación de sus propias obras pictóricas que por ser “un intérprete de la música.” No obstante, la influencia de la música persistió, al igual que las enseñanzas de pintores del Renacimiento como Andrea del Verrocchio y Andrea Mantegna. Se dedicó a desarrollar composiciones a través de la organización de la estructura, el equilibrio, el color y la forma.
Estudió en reconocidas instituciones y ha participado en exposiciones y bienales internacionales durante más de 40 años. Inicialmente influenciado por la abstracción de la posguerra, desarrolló un estilo distintivo que fluctúa entre la abstracción y la figuración. Su obra está profundamente interconectada por el psicoanálisis Jungiano y los filósofos orientales, utilizando el arte como medio espiritual. Figueroa combina el equilibrio, color y armonía en sus composiciones, creando superficies vibrantes y gestos gráficos audaces.
La apertura de la exposición A Place for Us (Un Lugar para Nosotros) será este jueves, 6 de marzo. Será a las 6:00 pm en el Antiguo Arsenal de la Marina Española en Viejo San Juan. Estará abierta al público de forma gratuita hasta el 18 de abril de este año. Esta muestra forma parte del calendario del Programa de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña.