Luis Muñoz Rivera: héroe de la resistencia y defensor de los derechos patrios | Parte I

Imagen: Luis Muñoz Rivera a los 30 años. Revista Juan Bobo, 2 de diciembre de 1916. Archivo Histórico de la Fundación Luis Muñoz Marín (FLMM).

Durante el mes que se conmemora el natalicio de Luis Muñoz Rivera (1859-1916), la poeta Elsa Tió reflexiona sobre el legado del líder político puertorriqueño en una serie de escritos.  

Una historia se construye, se revisa, se reescribe o critica desde la verdad de los hechos y circunstancias. Luis Muñoz Rivera está más vigente que nunca y tenemos la gran oportunidad de devolvérselo al pueblo. Razones sobran, por 43 años luchó en favor de esta tierra enfrentándose con el valor que le nació de su amor por esta tierra. No dudó en defendernos en momentos dramáticos y peligrosos de nuestra historia ante dos imperios, tanto en el siglo XIX, como en el siglo XX.

Por eso lo amó su pueblo. Estuvo 42 veces preso por defender la patria; por lo que es oportuno echar un vistazo a su historia, empezando por su juventud hasta su muerte, porque sin memoria no hay país. Porque la vida de este poeta-periodista-líder, nos inspira y ayuda a entender mejor nuestra histórica resistencia y nuestros inagotables anhelos.

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La juventud de Muñoz Rivera…

Luis Muñoz Rivera, desde muy joven sintió en sus venas y en sus versos el clamor de la patria. A sus 15 y 16 años, rebelde ante las injusticias, tuvo fuertes encontronazos con militares que le habían amenazado de someterle cargos si no se retractaba de sus palabras contra el gobierno español. El joven no se retracta. Su padre, a pesar de ser conservador lo defiende, porque como él mismo expresaba: “creo en defender la libertad de pensamiento de mi hijo”.

A los 24 años, Muñoz Rivera se inscribió tan pronto tuvo la edad para votar. A los 26 sigue el llamado de Baldorioty de Castro, cuando éste en 1886, un año antes de celebrar la Asamblea Autonomista en el teatro La Perla de Ponce, invitaba a delegados a participar por pueblos. El joven Muñoz Rivera se lanzó con éxito a conseguir delegados para la Asamblea Autonomista y su efectividad es premiada con su primer arresto a los 26 años.

En 1887, aquel joven de seis pies, de profundos ojos azules, atractivo, vigoroso, carismático y articulado, se dio a conocer por sus poemas y sus escritos en la prensa. En la Asamblea Autonomista se hizo notar.  Sebastián Dalmau Canet, discípulo de Baldorioty, quien estuvo presente en la Asamblea nos cuenta:

“En medio de la vorágine, entre el atronador bullicio se movía un joven entusiasta. Iba de un lado a otro consultaba con sus amigos, prodigaba advertencia señalaba puntos flacos de los acuerdos, comentaba los discursos y expresaba en voz alta sus opiniones, unas veces al lado de la mesa de la presidencia, otros al lado de los que acaban de hablar. Censuraba, aplaudía… El delegado Mejía de Yauco preguntó a Baldorioty ¿quién es ese joven que toma notas y que hace tantas observaciones? Baldorioty contesta. Es un joven de Barranquitas notable por sus escritos, que muestra tener mucho talento es un organismo de acero nos acompaña a todos lados”.

Sin embargo, en 1889, a la muerte del líder don Román Baldorioty de Castro (1822-1889), a dos años de celebrarse aquella histórica asamblea, en la que se echaron los cimientos y los principios de una concepción de vida democrática, el Partido Autonomista injustamente se verá cruelmente perseguido.

Lo comprobamos porque una vez finalizada la Asamblea Autonomista, se desató una cruel persecución nunca vista en Puerto Rico de componendas, torturas y encarcelamientos. A consecuencia de ello, muchos de los jefes autonomistas murieron torturados, otros desilusionados se alejaron del partido y de la política. En ese ambiente de desolación y desamparo ante la muerte de Baldorioty, sus partidarios se preguntaban quién se atrevería a coger el timón y enderezar el rumbo de un partido perseguido, en crisis, sin fondos y a la deriva.

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Ramón Marín, director del periódico El Pueblo, le lanzó a Muñoz Rivera el reto para que tomara las riendas del partido. A los 30 años Luis Muñoz Rivera aceptó el reto, y se convirtió en el heredero político del apóstol Román Baldorioty de Castro. De ahí en adelante, su valor inseparable de su palabra justiciera y brava va a cambiar la forma de hacer política en Puerto Rico. En 1890 en abierto desafío a la monarquía, fundó el periódico La Democracia.  Desde 1891 empieza su proyecto “pro-pacto”.

Mariano Abril (1861-1935), otro excelente periodista, dejó una intensa nota biográfica, que revela las continuas persecuciones y arrestos al que fue sometido el periodista Luis Muñoz Rivera, bajo el régimen español. “Ciertos miopes se asombran del éxito de Luis Muñoz Rivera, a los 37 años jefe de un partido, a los 38 jefe de un gobierno y después líder de la opinión pública. Olvidan los miopes que Muñoz Rivera a los 20 forcejeaba en los comicios y en la prensa. A los 25 veía su candidatura proclamada a la Diputación Provincial, a los 30 fundaba La Democracia y en breve período paseaba las carreteras con la Guardia Civil, lo apresaban en cárceles de Caguas, Guayama, desafiaba la cólera de los capitanes generales, sufría cien procesos, lo encerraban en los calabozos de Ponce, lo multaban, lo condenaban. Y no podían rendirle, ni doblegarle jamás.”

La Constitución Autonómica: Por primera vez en 400 años Puerto Rico obtuvo un gobierno propio

Con 39 años, Muñoz Rivera logró pactar con Práxedes Mateo Sagasta (1825-1903), presidente del Consejo de Ministro de España y consiguió nuestra primera Constitución Autonómica. Todo empezó cuando Muñoz Rivera convenció a los liberales de su partido en Asamblea, sobre su idea de pactar con Mateo Sagasta.

Relata Salvador Arana Soto: “En medio de un gran silencio, se procedió a la votación. Las listas arrojaron sesenta y nueve votos que dijeron sí y diecisiete dijeron que no. El pacto había triunfado luego de alcanzar un consenso en Puerto Rico, va a Madrid y pacta con Sagasta, entonces consigue nuestra primera Constitución Autonómica”.

Por la coyuntura de este pacto se empezaba a derrumbar el eterno poderío de los únicos españoles que mandaban en Puerto Rico. Mateo Sagasta cumplió lo prometido porque entre los artículos de la Constitución se encontraba uno muy importante y anticolonial: “Los cargos públicos básicos bajo la Constitución Autonómica con la excepción del gobernador, quedaban por tanto en manos de puertorriqueños”.

Por primera vez en 400 años Puerto Rico podía tener un gobierno propio.  Como señaló Salvador Arana Soto: “Dicha Constitución nos otorga nuestra propia moneda y personalidad jurídica de gobierno propio. Como consecuencia del pacto autonómico fue cayendo estrepitosamente el incondicionalismo español y empezaron a salir de la cárcel los presos políticos y los periodistas puertorriqueños encarcelados.”

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Una esperanza nueva se sentía, ya no eran meras palabras la Constitución Autonómica, era una realidad.

En relación a la Constitución Autonómica, el Presidente del Tribunal Supremo y reconocido jurista, José Trías Monge escribió lo siguiente: “Entre otras materias especificaba la constitución autonómica, que se podía legislar sobre el crédito público, la banca y el sistema monetario, sobre la sanidad marítima y terrestre; la formación de censo, la negociación de tratados de comercio de interés para Puerto Rico y la fijación de los aranceles y derechos a pagarse por las mercancías importadas al territorio insular o exportadas de él… Los tratados de comercio en cuya negociación hubiera intervenido el gobierno insular se le comunicarán en cuanto fueran leyes del reino a fin de que pudieran declarar si deseaban o no adherirse a sus estipulaciones”.

La Constitución Autonómica disponía además, expresa Trías Monge: “Una vez aprobada por las Cortes del Reino la presente Constitución para las islas de Cuba y Puerto Rico, no podrá modificarse sino en virtud de una ley a petición del parlamento insular el principio de la bilateralidad de las relaciones entre Puerto Rico y España quedó así reconocido”.

Muñoz Rivera clamaba “Justicia para los hijos del país”

Señalaba Arana Soto, las relaciones de Muñoz Rivera en Madrid, la caída del gobierno incondicional y la destitución de conservadores engreídos ya se empezaban a sustituir en esos puestos dominados por españoles para otorgarlos a los puertorriqueños. Añade Arana Soto, que el pacto empezaba a cobrar forma: “La maquinaria política liberal creada por Muñoz Rivera no tardaba en ponerse en movimiento.  En la Metrópoli pedía el español Segismundo Moret (1833 -1913), literato y ministro de Ultramar, candidatos para los altos puestos y nombraba sin perder un momento a los que proponía Muñoz Rivera…. Empezaron a sustituir, para siempre, a los funcionarios españoles conservadores por puertorriqueños”.

Se cumplía la máxima de Muñoz Rivera “Puerto Rico para los puertorriqueños”, máxima que repetirá por las mismas razones, luego de la invasión norteamericana como veremos más adelante.

Muñoz Rivera demostró con el ejemplo su integridad, por la forma en que se designaron esos nombramientos. Sobre dicho proceso de designación para nominar los comités locales escribe Salvador Arana Soto citando a Muñoz Rivera:

“El general Marín, deferente con nosotros firmaba cada día el nombramiento de algún alcalde, propuesto por mí. No hay ningún caso en que yo designara candidato para la alcaldía, lo designaron siempre los comités locales por conducto mío… Cesaba el imperio del incondicionalismo.  Se transformaba el País para dar acceso a los hijos del País. Justicia para los hijos del país.

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Muñoz Rivera se enlista de voluntario en la Guerra Hispanoamericana (1898)

Mientras se vivía una esperanza nueva para forjar un mejor país, el 25 de abril de 1898 se declara la Guerra Hispanoamericana. Revela Salvador Arana Soto, en su libro Luis Muñoz Rivera: sangre y sabia de Puerto Rico, que “Muñoz Rivera leal a su juramento de gobernante se enlistó en el batallón de tiradores de Puerto Rico ofreciendo vida y bandera a la que le había jurado fidelidad. Mientras los incondicionales de España como Barbosa, Fernández Juncos, Sánchez Morales etc. que se habían declarado más españoles que nadie y manifestaban que el solo contacto con los americanos les daban asco y se burlaban del proyecto de conquista de los Estados Unidos, ellos no se enlistaron”.

No obstante, el 25 de julio el ejército invasor entró por Guánica, y con la nueva ocupación, llegó la esperanzadora Proclama del General Nelson A. Miles (1839-1925) prometiendo libertades. Pero contradictoriamente para abonar al momento de confusión que se vivía, lo que instauran fue el dictatorial gobierno militar. El drama se agudizó porque la invasión nos arrebató la autonomía recién otorgada por España, antes de que pudiera organizarse completamente el gobierno autonómico. La invasión se interpretó como una derrota aplastante a los esfuerzos autonómicos de Luis Muñoz Rivera. No fueron pocos los que pensaron que desengañado y derrumbado ante los acontecimientos, se rendiría y no lucharía más. Pero su amor y compromiso con su pueblo, superó su desaliento.

El abogado Rafael Hernández Usera (1888-1946) supo interpretar el drama que vivió Muñoz Rivera, cuando se nos arrebató la Constitución Autonómica por la que tanto había luchado:

“Muñoz Rivera vio derrumbarse su vida, vio destruida de súbito una labor al cambiar Puerto Rico de dominación. Nunca se nos parece más grande la figura Muñoz Rivera como aquel momento de su vida, en que acababa la dominación española en Puerto Rico, y el reanuda sin desmayo el combate político y vuelve a ser autonomista de propaganda., habiéndolo ya sido en la realidad del gobierno y acude el estadista al campo de batalla, de simple soldado, él que había obtenido la victoria como general en jefe”.

“Son contados los hombres capaces de tan alto ejemplo… Y hay que darse cuenta de lo que, el cambio de soberanía hubo de representar en un hombre como Muñoz. ¡Cuántas ilusiones sembradas en el vacío, cuantos años consumidos estérilmente, que, de amarguras devoradas, que, de heridas sangrantes en su corazón, cuántos escombros en el ánimo, que total, que triste, que irreparable decepción! Y sin embargo, aquella luz de su patriotismo no desfallece, no se apaga, no se extingue, antes parece que es más crepitante”.

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Clara Lair tenía mucha razón cuando citó a Luis Muñoz Rivera…

“Yo tengo la bravura del combate y tengo aún más bravura después de la derrota”. A Muñoz Rivera no le importó empezar como soldado de fila, cuando quedó despojado de su puesto de Jefe de Estado. En su conciencia lo importante era el país y cito: “la lucha en pro del gobierno propio y el bienestar económico y moral de la isla”.

Luego de la invasión, que empezó el 28 de septiembre de 1898, todavía siendo jefe de gobierno, a tan sólo dos meses de la invasión, un corresponsal del periódico New York Tribune le solicitó una entrevista. Entonces, Muñoz Rivera luego de expresar que esperaba grandes beneficios de parte del país de las libertades, añadió estas palabras proféticas”.

“Que no se nos arrebate lo que poseemos, antes darnos algo que sustituya con ventaja lo ya alcanzado”. No obstante, ocurrió lo que se temía.

Continuará…