Imagen: Castillo Labadie-Palacete Los Moreau en Moca. Foto Discover Puerto Rico.
Nota: Este escrito se publicó hace más de 90 días.
Como parte de la celebración del Quinto Centenario de la Fundación de San Juan, se llevó a cabo en el 2021 una conferencia por el catedrático auxiliar en el Departamento de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico en Cayey, Dr. Luis Alberto Lugo Amador, el Museo de Casa Blanca en Viejo San Juan. La misma se titula Francia vista desde el San Juan español: oficialismo y geopolítica en Puerto Rico (1521-1898), en la que ofrece una mirada histórica sobre la influencia francesa en Puerto Rico. La misma fue auspiciada por la Asociación Puertorriqueña de Profesores de Francés y el Instituto de Cultura Puertorriqueña.
Una de las riquezas de Puerto Rico es su historia. Desde la formación de la isla por erupciones volcánicas, hasta los primeros pobladores durante la época precolombina. Los libros de historia y las clases que se dan en las instituciones educativas ofrecen una mirada sobre el desarrollo histórico, político y social del país, enfocándose mayormente en el dominio de cuatro siglos de la corona española.
Pero poco se habla sobre la influencia de otros países europeos. La realidad es que toda Europa estaba en una competencia feroz por las tierras en América. Por ejemplo, Francia tuvo una presencia muy importante en las islas del Caribe, incluyendo en La Española (República Dominicana / Haití) y en otras Antillas Menores que actualmente son departamentos de ultramar franceses. Aunque en Puerto Rico no tuvieron un dominio político, sí hubo influencias francesas durante la época colonial española.
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En entrevista con este medio, el Dr. Lugo Amador expresó que dentro de este análisis, es importante establecer la diferenciación entre la influencia de la comunidad francesa y lo que es la influencia cultural de Francia en Puerto Rico y el mundo.
“Estética y artísticamente, Francia era una potencia muy admirada en todo el mundo, en especial el occidental. Esto fue durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX. Existía una especie de ilusión con Francia -como dice el título del libro de Enrique Vivoni Farage y Silvia Álvarez Curbelo, Ilusión de Francia: arquitectura y afrancesamiento en Puerto Rico- con el hecho de que la cultura francesa se había aceptado como sinónimo de sofisticación, elegancia y en cierto modo de autoridad. En Puerto Rico surgen muchas manifestaciones culturales francesas que no dependen de una comunidad francesa en la Isla”.
Sobre esta ilusión de Francia y el afrancesamiento (cultural) en algunos sectores de la población en Puerto Rico, elementos como la moda, la arquitectura, el arte y quizás hasta productos de consumo, tenían un toque francés. Además, entre las familias acomodadas de la Isla -adinerados, hacendados y comerciantes-, fue muy popular enviar a sus hijos a estudiar a Francia. Ramón Emeterio Betances, Francisco Oller, Salvador Carbonell, José Gregorio Tavares -padre de la danza puertorriqueña-, y Pedro Gerónimo Goyco, líder político autonomista, entre otros, estudiaron en Francia. En el caso de la arquitectura, hay que destacar el Palacete Los Moreau ubicado en Moca e históricamente conocida como la Mansión Labadie, la casa que inspiro al escritor puertorriqueño Enrique Laguerre a escribir La Llamarada.
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La importancia de Cédulas de Gracia en Puerto Rico
Con el propósito de facilitar que en Puerto Rico se pudieran establecer extranjeros de naciones amigas a la corona española, se crearon las Cédulas de Gracia, las que atraían a la Isla gente con capital y experiencia para tratar de impulsar una economía agroexportadora de Puerto Rico, fundamentada especialmente en el cultivo de la caña de azúcar y el café.
“En la Isla lo que había era una economía de subsistencia y el capital español tampoco estaba del todo en condiciones de tratar de impulsar tanto a Puerto Rico, como a Cuba por el camino de la agroexportación, por lo que la corona española se vio en la necesidad de ir eliminando trabas y obstáculos tradicionales que habían estado desde el siglo XVI. Esto se debe en parte a los consejos de Alejandro O’Reilly, quien estuvo en Puerto Rico en 1765 e hizo un estudio de la infraestructura militar y ofreció recomendaciones para mejorar la situación económica de Puerto Rico y Cuba”.
“Dejándose llevar por las recomendaciones de O’Reilly, la Corona (España) fue eliminando los obstáculos y una de ellas fue a través de la Cédula de Gracia de 1778, cuando se permite que extranjeros, especialmente franceses con capital y experiencia pudieran entrar a la Isla sin mayores obstáculos. Esto empezó en 1778 y tomó mayor auge a partir de 1793, año que comienza la revolución de esclavos en Saint-Domingue (Hoy Haití)”, relató Lugo Amador.
Cuando comienza la revolución de esclavos en Haití, muchos franceses atemorizados por la situación de violencia abandonan Saint-Domingue para trasladarse a lugares donde se les garantizara cierto grado político, económico y libertad para poder desarrollar sus intereses económicos, especialmente el agrícola. Muchos franceses que vivían en Saint-Domingue se mudaron a Puerto Rico, amparándose en la Cédula de 1778.
“Quisiera destacar dos ejemplos de franceses en Haití que se trasladaron a Puerto Rico bajo esa coyuntura. Un caso interesante es el de Juan Bautista Plumey (Jean Baptiste Henri Plumey), un francés de Saint-Domingue que se trasladó a Puerto Rico. Plumey fue una persona con mucho conocimiento sobre el café por lo que estableció una hacienda de café en Lares en 1830; originalmente se conocía como La Esperanza, hoy se conoce como Hacienda Lealtad.
Esta fue una hacienda de casi 70 cuerdas de siembra de café, una de las más importantes de la época. Otra persona importante que se trasladó de Saint-Domingue a Puerto Rico fue François Joseph Beauchamp, quien se estableció en el área oeste (Mayagüez y Añasco) y estaba muy bien vinculada a las industrias del azúcar y el café. Uno de los descendientes del señor Beauchamp llegó a participar como miembro activo en el Grito de Lares. Se dice que estaba en contacto con Mariana Bracetti, ya que le proporcionó los materiales para confeccionar la bandera de los revolucionarios de Lares”.
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Mientras tanto en La Española y las Antillas Menores…
Aunque el poder en la mayoría del Caribe era de España, piratas y personas apátridas de origen francés -y otros europeos- empezaron establecerse en las Antillas Menores, islas que habían sido ignoradas por España como Saint Kitts (San Cristóbal), Guadalupe y Martinica. España, aunque no tenía interés de colonizarlas, tampoco quería extranjeros problemáticos cerca de sus colonias importantes que eran Puerto Rico, La Española y Cuba. De vez en cuando los españoles enviaban unos barcos para que desalojaron a los franceses y otros europeos de estas islas.
Esto coincide con las Devastaciones de Osorio. En diferentes puntos de La Española, alejado de Santo Domingo, había españoles contrabandeando con franceses y otros europeos. El castigo impuesto por el gobernador de La Española fue la destrucción de muchas de las localidades o pueblos donde vivían estos contrabandistas. Este proceso de erradicación de poblados ocurrió especialmente en las áreas norte y oeste de La Española.
“Al eliminarse estos poblados en el siglo XVII, muchos de los franceses que fueron desalojados de islas como Saint Kitts, terminaron estableciéndose en la Isla Tortuga, una pequeña isla al noroeste de La Española. Como esta zona había sido despoblada por las devastaciones, los territorios estaban completamente vacíos; los franceses comenzaron a establecerse primero en La Tortuga y de ahí pasaron a las costas norte y oeste de la Española. España no lo reconoció hasta 1697, cuando se firmó el tratado de Ryswick, poniéndole fin a la guerra entre España y Francia”.
La Corona española le cedió formalmente a Francia el tercio occidental de dicha isla. La parte francesa de La Española adoptó el nombre oficial de Saint-Domingue, y su primera capital fue la ciudad de Cap-Français o Cabo Francés (hoy llamada Cabo Haitiano). España, que fue la parte perdedora, tuvo que reconocer la presencia francesa en esa región de La Española y en cierto modo reconoce que esa zona es de influencia francesa. “Esto es el inicio de la colonia de Saint-Domingue. Poco a poco fueron expandiéndose ya que a los franceses lo que les interesaba era desarrollar los cultivos de azúcar, café, y algodón. Con el tiempo ya más entrado en el siglo XVIII, vemos cómo la colonia de Saint-Domingue se va a convertir en la colonia más rica del mundo. Porque producía la mitad del azúcar y la mitad del café que se consumía entre Europa y Norteamérica”.
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Lo que ocurría en Europa, entre España y Francia…
No hay duda que la relación entre ambos países tuvo sus altas y bajas durante la historia; y claro, las relaciones diplomáticas entre ambas potencias europeas afectaban directa e indirectamente a los territorios en las Américas. “Estos dos países luego de estar enemistados por mucho tiempo, ahora se hacen aliados, porque muere el rey Carlos II de España, heredero, y el nuevo rey de España va a ser el nieto de Luis XIV de Francia, Luis XVI.
Al llegar los Borbones a España y habiendo un rey francés, la principal aliada de España es Francia. Aliados por casi todo el siglo XVIII hasta el estallido de la Revolución Francesa (1789), porque ahí se pone en peligro la vida de Luis XVI, el rey de España trata de salvarle la vida a su pariente francés, pero al final no lo logra, ya que a Luis XVI lo condenaron a muerte. A raíz de esto, es que España y Francia rompen y empieza una guerra en la que España, Inglaterra, Austria, Rusia, entre otros países se unen en contra de la Francia revolucionaria”.
Un francés como Comandante Militar en Vieques
Casi todos los franceses que llegaban a Puerto Rico eran aceptados. Franceses que se beneficiaron de la Cédula de Gracia de 1815 y que terminan estableciendo haciendas tanto de café, como de caña de azúcar. Entre los beneficiados por la Cédula, hay que destacar a Teófilo José Le Guillou, un francés que se estableció en Vieques, convirtiéndose en el Comandante Militar de la hoy conocida “Isla Nena”.
España nombra a un francés, que originalmente se había establecido en Guadalupe -convirtiéndose en una figura bastante poderosa en esa isla- pero que viajó a Vieques para ver las condiciones en que estaba la isla desarrollada como lugar azucarero. Este descubre que Vieques tiene buenas condiciones para eso y termina mudándose a la isla para impulsar la agricultura. Fue una persona muy importante en Vieques y la Corona española lo nombró en 1832 Comandante Militar de la isla; este hombre fue el que prácticamente fundó el municipio de Vieques.
“Hay que recordar que aunque España reclamaba esta isla, la soberanía sobre Vieques siempre había sido precaria, ya que fue reclamada por los ingleses daneses, y alemanes. El dominio español nunca pudo asentarse hasta que viene Le Guillou como Comandante Militar, que de algún modo consolida la hegemonía española en la isla, pero tuvo que venir un francés a hacerlo. Ahí es que se funda el municipio, el poblado de Isabel II, y Le Guillou sirve como enlace para otros franceses en el Caribe, sobre todo de Guadalupe y Martinica para que vengan a Vieques a adquirir territorios y desarrollar haciendas. Para 1840 durante los últimos años de Le Guillou como comandante, en Vieques ya existían 138 plantaciones, la mayoría de los franceses”, indicó Lugo Amador en la entrevista.
Dos Puerto Ricos y dos visiones distintas de los franceses
El Dr. Lugo Amador establece un contraste de cómo se veía Francia desde San Juan -antes del 1700, periodo cuando Francia y España eran naciones enemigas- y el resto de la Isla. San Juan tenía una visión oficialista hostil en contra de los franceses, versus otros puntos de la Isla, que tenían una visión más cordial con éstos. Hay un detalle que destacar, en 1700 España no existía como estado, sino que lo eran Castilla y Aragón.
Castilla no tenía problemas con Francia, pero Aragón sí. Aragón aspiraba a dominar lo que hoy es el sur de Francia. La asociación entre Castilla y Aragón que se materializó con el matrimonio entre Fernando e Isabel convirtió a Castilla enemiga de Francia; esta enemistad duró desde finales del siglo XV hasta el 1700 con la llegada de Felipe V al trono de España.
“Durante ese periodo de doscientos años la imagen o visión de Francia en San Juan, era la misma que se tenía en España, porque San Juan representaba el oficialismo. La visión era de un país enemigo problemático. Los franceses atacaron varias veces San Germán, hubo varios ataques de piratas franceses contra el Partido de San Germán. La ciudad de San German tuvo que cambiar de lugar varias veces hasta llegar donde está hoy. Porque tenía que estar huyendo de la costa, desde donde los piratas la saqueaban”.
Al contrario de lo que ocurría en San Juan, la gente que vivía en otros lugares como Coamo, Guayanilla, Guayama, Humacao y Aguada tenían una relación con los franceses muy distintas por la actividad de contrabando.
“España imponía demasiadas limitaciones a comercios en Puerto Rico, solo se podía comercializar a través de San Juan a través de Sevilla. El que vivía en San Juan estaba cómodo, mientras los que vivían en otras partes de la Isla, se veían hasta cierto punto obligados a incurrir en el contrabando con franceses u otros europeos que estaban en islas cercanas. La visión de los franceses desde el Puerto Rico “no oficial” era de que eran socios comerciales y gente que ayudaba y con la que se podía llegar a acuerdos. Eran dos Puertos Ricos con dos visiones distintas de los franceses. La visión oficialista hostil desde San Juan y la visión más pragmática y cordial desde la Isla”.
Aunque en 1898 Puerto Rico pasa a ser territorio de Estados Unidos tras la Guerra Hispanoamericana, fueron cuatro siglos de dominio español que dejaron una gran huella en la cultura puertorriqueña: descendientes, idioma, costumbres, artes, literatura, creencias religiosas, entre mucho más. Pero no hay duda de que la influencia cultural francesa y la presencia de los franceses en la Isla, dejaron también una importante marca en la historia puertorriqueña y descendientes franceses. Algunos apellidos de origen francés que existen en Puerto Rico son: Alers, Alfonso, Amil, Anduze, Anglada, y Barrera. Además de Beauchamp, Bernard, Bernier, Betancourt, Blondet, Bonafoux, Bonet, Busquets, Caro, Charbonier, y Chevremont. También Choudens, Deliz, Dufrasne, Dupont, Farrait, Fontán, Gastón, Gautier, Giraud, Jovet, Lafontaine, Laguerre, y Lebrón. Leguillou, Loubriel, Marchand, Marqués, Monclova, Monge, Pellot, Plumey, Salaberry, Simonet, Tinaud, Vidot, Villanueva, Vigoreaux, entre otros.
Sobre el entrevistado…
El Dr. Luis Alberto Lugo Amador (San Juan, 1969) obtuvo su doctorado en Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (2000). También realizó estudios en la Universidad de Puerto Rico, Recintos de Río Piedras y Mayagüez. Desde 2010 trabaja como catedrático auxiliar en el Departamento de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico en Cayey. Ha publicado varios libros, entre ellos: Rastros de imperio. Los comerciantes españoles de San Juan (2007), El país más feliz del mundo. Reflexión sobre el devenir histórico de Puerto Rico (2013), Hijos de Sem. Breve historia de los árabes (2016), y Continente-madre. Una historia de África y de los africanos: desde el origen de la humanidad hasta el siglo XXI (2021).
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Buenísimo artículo. Gracias
Excelente.Mi abuela por parte de padre (Abuela Antonia)era de padres franceses oriúndos del sur de Francia en las vscongadas,Su nombre era Marie Antoinette Talazacq Casals.Su padre Bartolomeu Talazacq Bideaux y su madre Emilie Casals Ambies. Emigraron de Francia llegando a Puerto Rico
via Martinique y una vezen la Isla mi bisabuelo estableció una herrería ,y fabrica de coches en Río Piedras,y luego servicio de coches entre Río Piedras y SanJuan.Según me contaba mi abuela ,su padre mantenía una íntima amistad con los franceses dueños y operadores del ferrocarril de esa época.
Mi abuela estudió junto a su prima hermana Cachita internas en el Colegio de las Madres Franceasas
,hoy Conservatorio de Música.