Luis Muñoz Rivera: héroe de la resistencia y defensor de los derechos patrios | Parte III

Imagen: Retrato Luis Muñoz Rivera en Washington por Fernando Díaz Mackenna. Colección Instituto de Cultura Puertorriqueña. Suministrada.

Hoy 17 de julio se conmemora el natalicio de Luis Muñoz Rivera (1859-1916) y la poeta Elsa Tió reflexiona sobre el legado del líder político puertorriqueño en esta la tercera y última parte de esta serie. (Para leer la segunda parte, oprima aquí)

Ante los demoledores ataques de parte de la prensa y Luis Muñoz Rivera, el Gobernador Charles Allen, encolerizado responde creando y apoyando las turbas republicanas.

Justas las palabras de Salvador Tió cuando afirmó: “La invasión nos dividió entre el entreguismo fácil y la resistencia difícil”. Muñoz Rivera escogió la ruta difícil y valerosa de la lucha. Sin embargo, no fue enemigo de ninguno de los dos imperios, pero sí de sus injusticias.  Sus fuertes denuncias por la confiscación de nuestras tierras agrícolas, entre otras denuncias, encolerizaron al primer gobernador civil Charles Allen, (1848 –1934) al hacerlo entró en terreno peligroso se enfrentaba a los poderosos señores de la caña. Y decidieron silenciarlo.

Bajo el manto protector del gobernador Allen las turbas republicanas actuaban con total impunidad, este es el mismo gobernador que al salir de la gobernación de Puerto Rico, se le premió con la dirección de la “Sugar Company”.

Turbas republicanas destrozan imprenta y atacan hogar de Luis Muñoz Rivera…

Con el respaldo del gobernador Allen, el 13 y 14 de septiembre de 1901 se desató por dos días un ataque fiero contra Muñoz Rivera. Primero le destruyeron la imprenta ubicada en la calle Fortaleza #19, pero a pesar de los destrozos no arrestaron a nadie. Sin embargo, no se contentaron con ello, luego anunciaron en una hoja suelta titulada “pueblo soberano,” que iban atacar el hogar de Muñoz Rivera, ubicado en los altos de la calle Fortaleza #19. Atacaron por la noche, el lugar donde vivía con su mujer y su hijo en los altos de ese mismo edificio. En esta ocasión tampoco arrestaron a los que los fueron a atacar; sin embargo, arrestaron a Muñoz Rivera quien fue la víctima de los ataques. Y luego le fabricaron un caso y fue a juicio.

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Al salir inocente Muñoz Rivera del juicio, lo galvanizó ante el pueblo como el campeón de los derechos patrios, como héroe de la resistencia ante dos imperios. Sus 42 arrestos comprueban las muchas luchas que libró. Pero el ambiente se había caldeado ahora trataban de matarlo.

La vida de Muñoz Rivera y la de su familia corría peligro, en 1901 y ante la violencia de los ataques, tuvo que marchar a Estados Unidos donde fundó el periódico Puerto Rico Herald para informar sobre la realidad de Puerto Rico y seguir la lucha. Más tarde fundó en 1904 el Partido Unión de Puerto Rico, con el que obtuvo resonantes victorias.

Quedaba un solo camino, la unión de los que defendían la afirmación puertorriqueña…

Se entiende el repudio de Luis Muñoz Rivera cuando expresa:  “En frente a un régimen personal que coarta las iniciativas del pueblo en materia económica, impidiendo resolver sus crisis por el empréstito y obligándole a duplicar sus cargas por el tributo; que malogra la iniciativa del pueblo en materia política aplastándole con la Ley Foraker y arrebatándole hasta el menor vestigio de self–goverment, hay un camino, un solo camino la unión de los puertorriqueños para la defensa común, la unión acordada con rapidez…”

“La unión que ha de convencer a nuestros conquistadores de que merecemos respeto que exigimos que no es justo retardar un instante al amparo de una ley amplia por cuyos conceptos el país recobre su capacidad gubernativa y administrativa, su confianza en la virtualidad de sus ideas y su fe en el porvenir que le aguarda, no por las gracias del gobierno, sino por el fruto de sus energías”.

Preocupado por las clases proletarias y la miseria que veía crecer en 1912, Muñoz Rivera estableció un proyecto de urgencias: “Las leyes obreras que son urgentes, incluyendo la vivienda del proletario. En la asamblea de Miramar se aprobó en 1912 un programa propuesto por Muñoz Rivera, que apoyaron De Diego, Antonio R. Barceló y el Lic. Diaz Navarro. Fue un programa de franca orientación obrero- patronal y declara: “… Las clases proletarias necesitan más que ninguna otra el amparo y solidaridad del país. El obrero puertorriqueño debe disfrutar mayor salario, tener un hogar propio, alimentarse y calzarse con decoro, reducir un límite de 8 horas las faenas diarias, poder gozar aún en su triste condición, de todas las satisfacciones físicas y morales de la vida. Requerimos leyes además que establezcan sin caprichosas limitaciones la indemnización por accidente del trabajo, etc.”

Como Comisionado Residente, Muñoz Rivera va a Washington DC con un borrador de consenso…

Luis Muñoz Rivera, reconocido como un líder indiscutible y confiable, desde su puesto de Comisionado Residente consulta, de modo transparente, democrático e inclusivo con el fin de redactar un borrador de consenso, que ausculta con el país. También discute el sentir del liderato político de su Partido Unión de Puerto Rico. Por sus esfuerzos en Washington se aprobó en 1917 el Bill Jones que solicitaba una legislatura con dos cámaras electivas, con potestad para discutir y aprobar las leyes del gobierno de la isla. Bill Jones no llenaba las expectativas, pero era mejor que la retrógrada Ley Foraker, ya que abría el camino para conseguir las aspiraciones autonómicas de gobierno propio, todavía inconclusas.

Sobre la estadidad se expresó Luis Muñoz Rivera: “el anexionismo se me pareció siempre, absurdo, deprimente, inconcebible”. En 1916 hizo hincapié: “La anexión no era la solución a nuestros problemas, de ocurrir, constituirá como una gran calamidad.”

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Pero cuando llega al Congreso Washington “experimenta que su nombre estaba rodeado de una cierta aureola de hombre funesto”, había sufrido ocho años de una campaña de prensa en su contra ante los poderes metropolitanos, que lo habían mostrado como un agitador, separatista. Muñoz Rivera fue poco a poco desvaneciendo esa atmósfera que se había formado.

Pero cuando llega al Congreso en Washington DC, experimenta que su nombre estaba rodeado de una cierta aureola de hombre funesto. Había sufrido ocho años de una campaña de prensa falsa en su contra ante los poderes metropolitanos, que lo habían mostrado como un agitador y un separatista. Muñoz Rivera fue poco a poco desvaneciendo esa atmósfera que se había formado.

Sobre este particular, Dalmau Canet comentó: “…Muñoz Rivera se dio cuenta que el Congreso había sido engañado por unos periodistas mercenarios y por unos escritores sin conciencia. Muñoz resultaba un Comisionado Residente de un talento muy cultivado, de experiencia en la política, hábil en las cuestiones del país, de modales afables y distinguidos, … lo habían presentado como un enemigo de la república, un hombre que soñaba hacer una matanza de los americanos. Y resultaba ser todo lo contrario”.

Ante ese ambiente “…tampoco condena el estado cuando se lo ofrecen de un día para otro, sabiendo que era una oferta falsa, pero teniendo Muñoz Rivera en Washington la aureola de que era antiamericano y peligroso dice que acepta la estadidad, porque sabía que es imposible, pero al decirlo, provoca la confianza necesaria del Congreso para no lesionar reformas. Y usa la estrategia de no rechazarla, como maniobra política y destruye -aunque sea parcialmente-, la desconfianza terrible del Congreso con el fin de conquistar poderes autonómicos. Y porque sabía que lo decían por decir, que ni en 100 años la daban”.

Por su parte, Salvador Arana Soto expresó en su libro Luis Muñoz Rivera Savia y Sangre de Puerto Rico: El ideal de Muñoz Rivera ante el Congreso de Estados Unidos era que concediera la autonomía plena conservando la ciudadanía puertorriqueña. Este fin desarrolló una incansable actividad, así en su correspondencia y en su propaganda escrita como en sugestiones personales y directa con los miembros del congreso su optimismo no era grande, pero tampoco era grande su pesimismo”

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Muñoz Rivera defendió la ciudadanía puertorriqueña y recordaba que el Acta Foraker reconocía la ciudadanía puertorriqueña. Además añadía: “La ciudadanía puertorriqueña es la que nos satisface. La que deseamos prolongar y mantener. La ciudadanía natural nuestra que no se funda en arbitrariedades jurídicas, sino en el hecho que nacimos en esta isla sobre todas las cosas. No cambiaríamos nuestra patria por otra patria, así fuera tan grande y libre como los Estados Unidos”.

Le habló al americano por 18 años desde la afirmación puertorriqueña y desde la amistad. Sin servilismo y sin rencor; al igual que hizo con España por 20 años. Luis Muñoz Rivera líder del posibilismo, en la hora difícil se empeñó en buscar la salida digna de gobierno propio en unión con Estados Unidos sin sacrificarnos, sin dejar de ser un país.

Fallece Luis Muñoz Rivera…

Sus apoteósicos funerales, demuestran que el pueblo lo enterró como se entierra un héroe.  El pueblo apreció y admiró sus luchas. Sin Muñoz Rivera, nos hubieran absorbido luego de la invasión, defendió nuestra identidad. Además de nuestra substancia nacional y el derecho a un Puerto Rico próspero dirigido por los propios puertorriqueños. Muñoz Rivera creó el muro de contención para avivar y defender la lucha y aspiraciones de tantos puertorriqueños. Y sigue vigente, porque esta defensa no termina.

Su testamento es otro testimonio de su honradez. Luego de 43 años en la política de ocupar puestos de importancia murió pobre, pero millonario en afecto. Según se publicó en “Gráfico” de Nueva York, Laureles Póstumos, imprenta El Día (Ponce): “En su testamento dicho de la palabra al Sr. Barceló, su amigo íntimo hay una cláusula “… La Democracia, lo único que tengo, está gravada por una cantidad que podrá pagar con sus existencias… Tengo también un solar en Miramar y una póliza de cinco mil pesos. Con el producto de la venta del solar y con el montante de la póliza. Se sostendrá mi esposa y mi hijo y podrá éste terminar sus estudios, hasta que el ayude a su madre, así queda ella en el mundo sostenida por él”. El amor, integridad y lealtad de Muñoz Rivera por su país motivaron a sus adversarios a llamarlo, “el hombre patrio”.

Luis Muñoz Rivera describe su vida en versos: “No caeré más sí caigo, entre el estruendo / rodaré bendiciendo, / La causa en que fundí mi vida entera, / vuelta siempre la faz de mi pasado, / y , como buen soldado, / envuelto en un jirón de mi bandera.”

El pueblo de Puerto Rico encontró en Muñoz Rivera un eco de sí mismo. Muñoz Rivera nos defendió de un gobierno que no respetó nuestra personalidad puertorriqueña, ni nuestras tierras, ni nuestra identidad.  Su palabra fue un rayo de luz en medio de confusas tinieblas. Transmitió seguridad y un sentido de que podíamos hacer cosas por nosotros mismos. Sus lemas “la fuerza del país está en el país “y “Puerto Rico para los puertorriqueños” sigue teniendo vigencia y relevancia.