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Honrando la memoria del heroico Víctor Rojas durante el Campeonato Mundial de Surfing 2024

Víctor Rojas

Himno de Puerto Rico

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Imagen: “Víctor Rojas,” obra del artista arecibeño Samuel García.

Por Prof. Daniel Mora Ortiz

Desde el 23 de febrero se celebra en la zona histórica marítima de Arecibo el Campeonato Mundial de Surfing. Con motivo de este evento histórico, a continuación, un breve relato de este litoral que llamamos “zona marítima histórica” donde ocurrieron importantes eventos que rescatamos para compartir con nuestros lectores.

A varios metros del lugar de la competencia se encuentra lo que se conoce como el sector Los Coléricos. También cerca de esa zona, fue el área de rescate y salvamento marítimo del heroico marino de Arecibo, Víctor Rojas. Y precisamente el área de la competencia lleva su nombre, Paseo Víctor Rojas.

Víctor Rojas: indomable lobo de mar

El historiador arecibeño, Dr. Cayetano Coll y Toste, en Puertorriqueños Ilustres, nos describe a Víctor Rojas como un marino con el mestizaje de las tres razas pobladoras de la isla. En Crónicas de Arecibo, Coll y Toste relata como lo conoció desde niño y las excursiones que realizaba por las orillas del mar. También lo encontraba por las pozas de los coléricos, pescando o admirando el Océano Atlántico.

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Las pozas que ubicaban en el sector “Los Coléricos” toman ese nombre debido a que, frente al mar, se cavaron tres fosas para enterrar las víctimas de la epidemia del cólera en Arecibo ocurrida entre enero y marzo de 1856. El fin de la epidemia se declaró a finales de marzo de 1856 con un Te Deum. La epidemia del cólera cobró un saldo aproximado de 25,000 víctimas en Puerto Rico. Una persona se infectaba por la ingesta de agua o de alimentos contaminados por esta bacteria. ¿Por qué una persona infectada moría en pocas horas? Esto se debía a la deshidratación, que provoca la pérdida de líquidos y otros componentes de los fluidos corporales, como la sal y potasio. Arecibo contaba para esos años con cerca de 14,000 habitantes, de los cuales se enfermaron aproximadamente 2,200 personas y fallecieron cerca de 1,500 víctimas.

Víctor Rojas
En la parte superior, las cruces demarcan el cementerio de coléricos en las afueras del casco urbano de Arecibo.

Cuando ocurrían las crecidas del río Grande de Arecibo, Víctor Rojas ordenaba a los niños a que no se bañasen en el río. Quien desobedecía sus órdenes, le obligaba a marcharse a su casa. Esta autoridad la adquirió por su valentía, pues era el primero que llegaba al momento de estar ahogándose cualquier niño o adulto. Víctor Rojas se lanzaba al instante al agua a salvar a cualquiera que se estuviera ahogando sin medir la distancia ni el peligro. Víctor Rojas, relata Coll y Toste, tenía una mirada firme y brillante, en la que se descubría su valor y su generosidad. Recipiente de una sangre fría admirable, que mantenía en los mayores peligros, nada le intimidaba ni le aturdía y llegado el momento de mayor peligro se transformaba y aparecía el héroe.

Coll y Toste hace referencia a los tres rescates heroicos más importantes de Víctor Rojas en el mar: el Bergantín Frederick (1851), la barca Inglesa Power James (1853) y El Adriano (1879).

Bergantín Frederick

En la mañana del 18 de agosto de 1851 el capitán del bergantín Frederick (de Bremen) fondeado en el puerto de Arecibo, se encontraba en tierra. El viento que soplaba fuerte del noroeste arreciaba por momentos, y el capitán sin embargo quiso abordarlo a pesar de que la casa consignataria de los señores Ulanga y Comp., le comunicara que era imposible abordarlo. Al llegar a la orilla del mar, el capitán preguntó al primer grupo de marineros: ¿No habrá aquí ocho valientes? Se complació al ver siete ribereños dispuestos. Con admiración del público que contemplaba el peligro que corrían los cinco buques anclados en la rada y que por fin se perdieron, apareció el bote Gran Canal atravesando la desembocadura del río Abacoa.

Víctor Rojas
“Naufragio del Frederick,” obra del artista arecibeño Samuel García.

El bravo capitán del Frederick estuvo satisfecho. Rápidamente se acercaba el bote a su destino bajo el poderoso empuje de los remeros arecibeños, pero antes de llegar al Frederick, éste rompió sus cadenas, y empujado por el viento, que era cada vez más recio, empezó a zozobrar con rumbo a los arrecifes. El capitán se quitó la gorra y saludó a su buque. El patrón del Gran Canal indicó entonces al marino alemán, en vista del tumultuoso oleaje, la conveniencia de despojarse de su traje de lana y de las botas, pues solamente a nado podrían ganar la playa. El capitán rehusó el consejo, y los demás marinos se desvistieron. Ya casi podía decirse que había estallado la tormenta (huracán de San Agapito del 1851).

El bote diestramente dirigido, intentó volver a tierra siguiendo la dirección del viento para ganar la playa, pero al llegar al primer rompiente, una gran ola volcó la embarcación y empezó la lucha de sus tripulantes con el mar. Muy pronto desapareció un hombre del grupo de los nadadores, era el capitán del Frederick.  Luego se vieron avanzar ocho cabezas, de entre ellas una cada vez más próxima, era la de Víctor Rojas.

Llegó a tierra el primero, con una herida en un muslo, se la vendó con un pañuelo que le facilitaron, tomó un trago de una cantimplora que le acercaron a los labios uno de los concurrentes (Don Narciso Varona y Ojeda, peninsular) y volvió a lanzarse al océano en ayuda de sus compañeros, sin abandonar a ninguno, hasta que el último estuvo a salvo. Diría después Víctor Rojas, que había tenido al capitán alemán agarrado por un brazo hasta que no pudo más sostenerlo, que si se hubiera quitado las botas y la ropa de lana se hubiera salvado.

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Barca Inglesa Power James

En 1853 la rada de Arecibo, combatida por un desencadenado temporal, era una inmensa vorágine donde naufragaba la barca inglesa Power James. La tempestad encrespaba el Océano, y el pueblo arremolinado en las orillas del mar contemplaba la pérdida irremediable de la tripulación del buque inglés. Toda esperanza de salvación para los infelices náufragos se había perdido, de pronto el público enmudeció, reinando un silencio sepulcral, al ver lanzarse entre las olas gigantescas a Víctor Rojas con un cable entre los dientes. Este hecho heroico pareciera inverosímil al que lo lea, y más le parecería sí conociera la distancia que tuvo que recorrer el audaz marino para llegar a la Power James. Después de perderse de vista el temerario marino, distinguiéndose únicamente los restos de los buques zozobrados y las enfurecidas olas, la esperanza volvía a renacer al apercibirse la cabeza de Víctor Rojas.

Víctor Rojas salvó a todos los tripulantes de la barca inglesa Power James. Por esta proeza, el gobierno de Inglaterra le premió el 20 de marzo de 1854 una medalla ‘‘por su intrépida y valerosa conducta”.

El Adriano

La noche del 23 de abril de 1879, fue una borrascosa y a la mañana siguiente un grito de angustia arrojó todo el vecindario de Arecibo a las orillas del mar. Escasamente se distinguía desde la cumbre de las dunas de arena, unos puntos negros aferrados al pie de la roca llamada La Piedra del Resuello. Los puntos negros eran las cabezas de los náufragos del Adriano. Estos, agarrados a un trozo de la embarcación, que enclavado en la roca citada hacía de rompeolas, luchaban por no ahogarse.

El buque, la noche anterior, había tropezado en el arrecife al correr el mal tiempo y se había destrozado. A la mañana siguiente el viento continuaba impetuoso, el mar se encrespaba gigantesco y la barra rugía furiosa golpeada por el oleaje. Para ese entonces, Arecibo no contaba con una Estación de Salvamento, pero teníamos a Víctor Rojas. Cuando se apoderaba el desespero y la perdida de la esperanza de salvación de los tripulantes del Adriano, apareció Víctor Rojas en unión de sus valientes compañeros con un bote, y con múltiples dificultades pudieron hacerle rebasar la barra y entonces entrándose en él desafiaron al monstruo marino y fueron a disputarle su presa. La victoria coronó el arrojo de los audaces ribereños y en la misma playa pudimos prestar nuestros auxilios facultativos a los náufragos.

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Inauguración de la Estación de Salvamento de Náufragos de Arecibo

El heroico marino Víctor Rojas, con su valor e intrépido coraje, le arrebató al mar cientos de vidas, a las que logró poner a salvo luego de vencer las inclementes olas. Víctor Rojas, lobo de mar y salvador de más de doscientas vidas fue reconocido por la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos en Arecibo el 16 de octubre de 1884, cuando se inauguró la primera Estación de Salvamento de Náufragos. Esta estación de salvamento de náufragos fue considerada como la primera estación que se estableció en América Latina. En la inauguración se homenajeo al héroe arecibeño Víctor Rojas, bautizando al bote salvavidas de la estación con su nombre.

Mapa actual de la costa de Arecibo, donde se puede observar La Roca del Resuello, donde naufragara El Adriano. Además, podemos observar las zonas en donde ubicó el cementerio de coléricos, la zona de la competencia de surfing y la antigua ubicación de la estación de salvamento de náufragos.

Lamentablemente la vida de Víctor Rojas no tuvo un final digno de un héroe, como la debió tener nuestro intrépido marino. Víctor, para poder sostenerse se vio obligado a hacer una rifa de pescados. Las rifas para ese entonces estaban prohibidas por el gobierno. El juez que tuvo ante su consideración la decisión de encarcelarle dijo que todos eran iguales ante la ley, y procedió a enviarlo a la cárcel. Estando en la cárcel pierde la razón y es enviado al Manicomio de San Juan. Solo y abandonado dentro de su locura, muere y es enterrado en una fosa común, donde se ignora la localización de sus restos. Fosa maldita, fosa indigna, que acogió los restos del inmortal héroe, nuestro Víctor Rojas. Vil justicia, acompañada de desgracia, como pago final a un hombre excepcional, salvador de 200 vidas.

Este Campeonato Mundial de Surfing 2024 será recordado como un gran evento deportivo histórico en la ciudad de Arecibo. Y seguramente sus competidores estarán acompañados de la protección y la vigilancia del espíritu de nuestro héroe Víctor Rojas.

Sobre el autor…

Daniel Mora Ortiz es natural de Arecibo y posee un grado de Maestría en Historia de la UPR. Actualmente es estudiante Doctoral en Historia de la UPR. Labora en la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas. Participa como profesor titular en el Seminario Historia de la Medicina Tropical en Puerto Rico en la Escuela de Medicina.

Es miembro bonafide del Instituto de Historia de Ciencias de la Salud (IHICIS), la Asociación Puertorriqueña de Historiadores (APH) y de la Sociedad Puertorriqueña de Genealogía (SPG). Ha sido panelista, en la VI y VII Cumbre de Historia de las Ciencias de la Salud en el Recinto de Ciencias Médicas. Publicado en las revistas CRUCE, Hereditas y periódico El Nuevo Día.

Ha realizado tres proyectos de investigación histórica para la Oficina Estatal de Conservación Histórica: Casa Dr. Bailey K. Ashford, San Juan (2021), Thomas Jefferson Graded School, Arecibo (2022) y la Casa Serrallés, Ponce (2023).

Monumento a Víctor Rojas, en el Paseo de Damas de Arecibo.
Himno de Puerto Rico

Comments 2

  1. Avatar Ramón Figueroa says:

    Muy agradecido de mi compueblano, el Prof. Mora, por tan interesante artículo.

  2. Avatar Claudio Raúl Cruz Núñez says:

    Saludos. Como dato histórico hay que condignar, que el único pueblo donde no hubo muertes por el cólera (1855-56) fue Adjuntas.

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