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La industria de la aguja y los choques de género en Puerto Rico

industria de la aguja

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Imagen: En un pequeño taller de costura y bordado en Río Piedras (1941). Por Jack Delano. Puerto Rico Mío Cuatro Décadas de Cambios.

A finales de la década de 1940, en Puerto Rico se inició un proceso de coordinación de capital estadounidense bajo la Operación Manos a la Obra, para crear la Ley de Exención Contributiva Industrial y que los salarios bajos fueran en muchas ocasiones un atractivo para las empresas. Con todas las situaciones ocurridas en la coordinación de los capitales estadounidenses, surgió la exitosa industria de la aguja, un negocio que cambió la vida de las mujeres y les permitió conseguir independencia social. Para el 1950 se establecieron fábricas de ropa que contrataron a miles de mujeres, especialmente de los centros urbanos.

Primeras etapas de la industria de la aguja

Al principio de la industria textil, en el año 1950, las mujeres que se contrataban tenían poca o nula escolaridad, incluso varías de ellas contaban con una edad comprendida entre 15 a 16 años; en la segunda etapa -que fue durante el año 1960- las compañías fabricantes de ropa iniciaron con la contratación de mujeres mayormente casadas, con hijos y una edad entre los 26 y 35 años, además de contar con un grado de escolaridad a diferencia de la primera etapa.

 

industria de la aguja
En una fábrica de vestidos en Río Piedras (1941). Por Jack Delano. Puerto Rico Mío Cuatro Décadas de Cambios.

 

Esta segunda fase de reclutamiento afectó mucho a las mujeres contratadas durante la primera etapa. Con el crecimiento de la industria, las compañías cerraron sus fábricas en las zonas rurales para continuar con los beneficios de exención contributiva, lo que obligó a las empleadas a largo plazo y con edad de 30 a 50 años a enfrentar una serie de obstáculos, con tal de alcanzar la jubilación a los 62 años y recibir una pensión.

Cada una de las condiciones materiales que enfrentaron estas mujeres durante esos años, fue una de las grandes influencias en las relaciones de género en Puerto Rico y el mundo. Muchas de ellas, gracias a la industria de textiles, podían aportar un presupuesto a su familia. Sin embargo, a pesar de su influencia como proveedoras, estas mujeres eran cuestionadas por su poder patriarcal; las mujeres casadas aportaban alrededor de 60 por ciento del presupuesto familiar.

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Mujeres Protagonistas ¿Impacto en los divorcios?

Aunque hasta ahora no se han conocido pruebas suficientes que demuestren la relación entre la entrada de las mujeres al mundo del trabajo y los divorcios, si hay una relación entre el acceso a un ingreso fijo y el deseo de aspirar a encontrar mejores oportunidades. Muchas de las mujeres de esta época prefirieron asumir económicamente la crianza de sus hijos, que someterse a una relación que les restringiera su libertad de movimiento.

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La mejor época de las relaciones de género en las fábricas fue durante el año de 1980, donde las posiciones gerenciales eran ocupadas en su totalidad por hombres; eran ellos quienes determinaban el futuro de las mujeres sin que ellas pudieran oponerse a tal decisión. Los administradores gubernamentales y funcionarios consideraban que las mujeres hacían una aportación complementaria al salario del varón, cuando la realidad era la aportación más importante en la mayoría de los casos.

 

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En una fábrica de camisas en Las Piedras (1980). Por Jack Delano. Puerto Rico Mío Cuatro Décadas de Cambios.

 

En el caso de la relación entre el gobierno y la fábrica, donde la visión fue que el hombre era el principal proveedor, favoreció a una reducción de horas de trabajo semanales a largo plazo para las mujeres. Ante la situación, el gobierno aportó un subsidio a las mujeres que complementó el empleo precario, pero esto solo significó en última instancia el paso de estas obreras de la dependencia del padre o esposo, al patriarcado público del Gobierno.

Se estima que, para mediados de la década del 1930, la industria era muy lucrativa en Puerto Rico con un total de cien mil mujeres trabajando en la misma, donde cerca del 17 por ciento eran empleadas en fábricas, mientras que el 83 por ciento restante, trabajaban desde sus hogares. Para muchas mujeres Puertorriqueñas la industria de aguja significó privaciones económicas, enfermedades, exceso de trabajo y condiciones de vida infrahumanas llenas de dificultades.

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Hubo líderes de la Federación Libre que creyeron que educando a estas trabajadoras se conseguiría y ayudaría en el proceso de enseñanza en el hogar y los Centros de trabajo, pero la realidad fue que el Estado colaboró en la explotación de las obreras.

Actualidad: la industria de la aguja

Puerto Rico, con esta industria forma parte de la penetración de capital Norteamericano antes de la Segunda Guerra Mundial y uno de los modelos de industrialización por invitación después de la guerra.  Aunque de manera más limitada, la industria de la aguja continúa siendo vigente y las mujeres continúan siendo la mano preferida por las industrias livianas, ganando bajo sueldo y ocupando las peores posiciones en las empresas.

 

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Planchadora en una fabrica de camisas en Las Piedras (1981). Por Jack Delano. Puerto Rico Mío Cuatro Décadas de Cambios.

 

Sin embargo, esta aseveración actualmente ha cambiado relativamente en las altas esferas del gobierno, las mujeres han escalado considerablemente y ocupan cargos de alto rango como Gobernadoras, Legisladoras, secretarias y queda mucho por recorrer para finalmente dar el valor que se merece la mujer por cada una de las batallas que debe atravesar.

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