Imagen Principal: Nuevas ceibas en Ponce.
Por: Néstor Murray-Irizarry
A la memoria del querido amigo Arq. Gabriel Ferrer Amador
Hay una hermosa ciudad enclavada en las Lomas de Santa Marta, se llama San Germán. Allí en 1897, sembró Luis Muñoz Rivera en el Cerro de la Libertad, la ceiba que hoy se levanta como monumento, conmemorando aquel revuelo de esperanzas que levantó la concesión de la Autonomía por España a nuestro País.
La ceiba aparece también en muchas obras literarias: La ceiba en el tiesto, novela de Enrique A. Laguerre; A la sombra de una ceiba, es el título de un libro de versos de Socorro Girón. Y en el Cofresí de Alejandro Tapia y Rivera.
Este árbol gigantesco, uno de los más grandes en la América Tropical, se reconoce fácilmente por el tronco solido de color verde grisácea o gris, un tanto liso (espinoso cuando pequeño) que alcanza proporciones enormes de cinco a seis pies de diámetro medido desde las raíces tabulares angostas extraordinariamente grandes y por la copa plana, muy amplia, formada por ramas horizontales. Además, tiene cápsulas oblongas o elípticas de tres a seis pulgadas o más de largo y dos pulgadas de diámetro, y que contienen muchas semillas y fibras lanosas que constituyen el kapok comercial. (Árboles comunes de PR y las Islas Vírgenes de Little, Wadsworth y Marrero) El estudio reveló que la cantidad mayor de ceibas en la isla se concentraban en: San Juan, Ponce, Camuy, Cayey, Cidra, Jayuya, Juana Díaz, Cabo Rojo, Vieques, Villalba, Salinas, San Germán, Utuado y Lajas.
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El Fondo de Mejoramiento (y el Taller de Mejoras) que fundó y dirigió el Arq. Gabriel Ferrer Amador llevó a cabo, en 1977, junto a una serie de colaboradores y de agencias del gobierno, un inventario de árboles de ceiba en Puerto Rico. El Comité Timón estuvo dirigido por el Arq. Fernando Abruña. Este proyecto formaba parte de un plan más abarcador que contemplaba realizar un inventario de todos los recursos naturales y culturales del país. Recuerdo haber visto un bosquejo y cuestionario que Gabriel y su equipo de trabajo prepararon con esos fines. Es el manual más completo de ese tipo, que he podido tener en mis manos, se incluyeron 194 casos, dejándose fuera aproximadamente 18 por ser la información insuficiente para determinar su ubicación.
El Fondo, como complemento de ese inventario preliminar, mantuvo un vivero de árboles de ceiba, los cuales estaban disponibles para ser adoptados por aquellas comunidades interesadas.
Entre las curiosidades que recoge el estudio, se señalan las siguientes:
‘’Se cuenta que el pirata Roberto Cofresí enterró un tesoro robado en el tronco de la ceiba del barrio Guanábanas del sector Parcelas Corozo de Aguada. De noche, dice la leyenda, en algunas épocas del año aparece una luz color azul en las cercanías del árbol. Los narradores del barrio que han visto y seguido esta luz aseguran que ésta se dirige al árbol y desaparece en el tronco. Se cree que esta luz está guardando el tesoro.’’
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‘’Muchas personas aseguran que, durante la noche, salen por el tronco del árbol enanitos y brujas.’’ (Barrio Guerrero, carr. num.465 Km. 2.3 de Aguadilla).
‘’Existe un pozo en el tronco del árbol de donde antes los vecinos del barrio tomaban agua.” (Barrio Maravilla Este, Las Marías)
“Se asegura que, según la leyenda popular, Cristóbal Colón amarró una de sus embarcaciones (carabelas) a este árbol en su segundo viaje cuando ’descubrió’ la Isla’’. (Barrio Marina Meridional, Sector Guanajibo, Urb. Pública Colombus Landing, Mayagüez).
‘’Fue en esta ceiba, según Manuel Ramos Hernández, que se citaron dos personas en Quebradillas, el Sr. Martínez y el Sr. López en 1868 para denunciar a la guardia civil española, el proyectado Grito de Lares. Esta denuncia hecha bajo este árbol frustró el movimiento libertario.’’ (Barrio Cocos, Carr.num.2 Km.99.2, Quebradillas)
Entre las recomendaciones generales para la conservación de los árboles de ceiba se destacaron las siguientes: No construir pavimentos vehiculares o peatonales cerca del tronco del árbol. Y no sembrar otros árboles, plantas leñosas o grama de raíces profundas en la base y alrededor del árbol.
Recuerdo en mis años mozos cuando visitaba a Doña Rosario, la madre de Maelo y de Oneida, entonces los dueños de los terrenos donde ubica la Ceiba Centenaria de Ponce. Allí admiraban la cantidad de envases en barro que se encontraron al pie de la Ceiba. Buscando un botín de oro, encontraron los restos de una antigua alfarería (o tendal) española. Que el río Portugués cubrió de tierra, sabrá Dios por cuanto tiempo. De lo que me arrepiento es no haber finalizado la investigación que inicié, a raíz de conocer ese hallazgo sobre las alfarerías que tuvo Ponce. La más conocida fue la de Bigay (padre e hijo).
Lo lamento mucho…
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