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Historia del caballo de Paso Fino

Paso Fino

Himno de Puerto Rico

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Imagen: “Centinela”. Paso Fino, Puro de Aquí. Suministrada.

Por: Antonio Ramírez Córdova

El caballo de Paso Fino es reconocido internacionalmente como único en el mundo y desarrollado en nuestro suelo. El término Paso Fino, es el nombre con el que se conoce hoy a nuestro caballo de cuatro tiempos en su andar, que es uno rítmico, cadencioso, elástico y suave de movimientos reflejado en el lomo, en el anca y en su montura, a tal extremo de comodidad que su jinete bien puede sostener una copa de agua llena hasta cerca de sus bordes, sin que se derrame, si éste sabe sostenerla. Anda con gracia, donaire, viveza, fogosidad y magia exhibiendo todo el tiempo su cuello arqueado, sus orejas atentas y rabo tentador que multiplica su grandeza como el mejor caballo del mundo.

El doctor José R. Laracuente, dijo y cito: “que su peculiar modo de andar es dificilísimo de describir y mucho peor de juzgar, pues por más se intente describir lo observado, nuestro caballo establece un sentir de armonía, ritmo y belleza, lo cual es logrado por el hombre solo al mirar una obra maestra de Goya, Velázquez y Reembrant y que es lo mismo que disfrutar una Sinfonía de Mozart por su estilo delicado, jocoso y de refinamiento espiritual o también cuando se escucha una exquisita danza puertorriqueña, enriquecida por rítmicas melodías y cadencias que llenan el ambiente de puro romanticismo”. De igual modo, el doctor Ferdinand Padrón afirmó que dicho caballo es un tesoro nacional.

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La historia de su raza se remonta al 1948, cuando en París el ingeniero Don Félix Benítez Rexach exhibió por los Campos Eliseos de aquella ciudad a tres ejemplares nuestros: Dulce Sueño Segundo, Emperador y Perla. Los mismos con la monta de Don Minin Kuilan en un país que había sido devastado por lo acaecido en la Segunda Guerra Mundial.

Un poco de historia….

Es durante el segundo viaje de Cristóbal Colón en 1493, que dejó en nuestras riberas caballos españoles de la raza árabe berberisca y andaluza, razas predominantes en la Península Ibérica.

Desde entonces los albores de nuestro caballo de Paso Fino se remontan al 1509. Fecha cuando Juan Ponce de León, conquistador español, trajo a nuestro suelo desde las islas de República Dominicana y Haití, yeguas de vientre por los puertos del oeste de Puerto Rico, según cuentan las crónicas de la época. El Dr. Don Carlos Gaztambide Arrillaga, nos aclara, que la jaca navarra y la jaca andaluza se sumaron a las ya citadas razas, para beneficio de la nuestra.

 

Paso Fino
“Marisol” montada por la amazona Soli Sotomayor.

 

El reconocido historiador David Lang, dice que para el 1521, García Troche, yerno de Ponce de León y conquistador de Centro América, llevó caballos nacidos en nuestro suelo a Trujillo, territorio de la actual Honduras, para fortalecer las guerras de la conquista por aquellos dominios.

En 1532, Asencio de Villanueva, hacendado del pueblo de Jayuya, comenzó a exportar caballos para Perú, a petición de Fernando Pizarro, hermano de Francisco Pizarro, dueño y señor de aquellas tierras, que pertenecieron al Imperio Inca, a nombre del emperador Carlos V y Primero de España.

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Fray Iñigo Abad y La Sierra (1732) hizo merecidas alabanzas a nuestros caballos y de nuestros jinetes y amazonas, ya diestras en el arte de la equitación. De igual modo lo haría, Andre Pierre Ledru, naturalista francés (1797) quien elogió la valía de nuestros caballos diciendo que: “son ágiles y desde muy joven se les doma, haciéndoles adquirir una especie de paso que llaman andadura. Los mejores valen de ciento a ciento cincuenta pesos”, añadiendo además que eran caballos de sobre paso, paso corto y paso largo.

Don Alejandro O Reilly, realizó un censo de nuestro caballo y concluyó que en la isla habitaban para el año 1765, 18,157 equinos destacándose entre los mejores los del área de Arecibo. Dicho funcionario español afirmó, que para los isleños montar a caballo era lo mismo que vestirse. Reconociendo el hecho de que en la isla no había escuelas de equitación.

El doctor Manuel Alonso, autor de un clásico de nuestra literatura, la obra El Gíbaro, publicada en 1849, en la ciudad de Barcelona, reclama que se establezca una junta de criadores y aficionados para reglamentar los premios en las fiestas de San Juan y San Pedro, pidiendo además, que se publicara en los periódicos los ganadores y los nombres de sus dueños, llamándole también la atención a la Sociedad de Amigos del País para que se perfeccionara nuestra raza caballar.

 

Paso Fino
Bonita de Krysia, La Bruja del Caribe (izquierda)y al fondo Romancera de Krysia.

 

En 1849 se dio un hecho insólito en los anales de nuestra historia. Sucedió que el gobernador y Marqués, Don Juan de la Pezuela, dictó un bando o prohibición, el 6 de julio, amparándose en razones de índole moral y de seguridad, que lo llevó a prohibir las carreras de caballos y las famosas “candeladas”, que no eran otra cosa que el hecho de saltar con el caballo sobre fogatas.

De la Pezuela tildó dichos eventos como costumbres bárbaras haciendo hincapié que los dueños de los caballos y los jinetes puertorriqueños eran enemigos del régimen español y aprovechaban las carreras para conspirar contra éste. Dicho decreto finalmente fue abolido seis años más tarde. Asimismo el pueblo puertorriqueño pudo seguir celebrando las carreras de caballos, las candeladas y sus fiestas patronales.

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El caballo de Paso Fino contribuyó a la afirmación de la nacionalidad puertorriqueña, lo cual provocó sentimientos de odio y envidia en de la Pezuela. Esa nacionalidad nuestra cuajó significativamente en el Grito de Lares de 1868.

En 1865, el escritor puertorriqueño, Don Federico Asenjo, ya había escrito que nuestro caballo prestigiaba maravillosamente en ferias y concursos llamándolo caballo indígena. Eso incluía nuestros caballos de andadura, de bellas formas y de paso fino. Gracias a sus escritos sabemos los nombres de algunos de esos ejemplares: Redactor, Moro, Caramelo y Rompelozas. Los cuales fueron premiados en el primer concurso celebrado en aquel año. Añade Asenjo que fueron admirados al punto en que muchos de ellos fueron adquiridos por hacendados de las Antillas Mayores, los cuales pagaron altas sumas de dinero.

Gracias también al Lcdo. Quijano, sabemos de dos afamados caballos que sobresalieron a finales del Siglo XIX y principios del XX, y que respondían al mismo nombre: Manchado. El primero pertenecía a la familia Aponte de Yabucoa y el segundo al hacendado cagüeño, Don Nicolás Quiñones Cabezudo.

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A finales del Siglo XIX y a principios del XX nuestra raza se cruzó con ejemplares de razas europeas y norteamericanas. El Dr. Don Carlos Gaztambide Arrillaga, ilustre añasqueño, dijo que nuestro caballo sumó a su genética algunas gotas de la sangre de la raza Morgan. De ahí que aparezca su nalga redondeada sin que se afectara el paso de nuestro caballo. Se les debe este cruce a los criadores: Don Florencio y Don Clotilde Santiago del pueblo de Coamo y a Don Eugenio Verges del pueblo de Guayama.

Sin duda, es en el Siglo XX cuando se mejoró la raza de nuestro caballo. Además de proliferaron las ferias agropecuarias. También, las exhibiciones en los hipódromos Las Monjas, Quintana y Las Casas durante las décadas del 1930 y 1940. Asimismo en las Plazas de Recreo de todos los pueblos con motivo de las tradicionales Fiestas Patronales.

Comenzaron a aparecer los afamados caballos Garzas de la familia Calaff de Manatí, los Faraones de la familia Roig de Humacao, y los Copas de la familia Arrieta de Bayamón. Además de los Regalo de Don Manuel González de Salinas y los Príncipes de Don Eduardo Méndez de San Sebastián del Pepino. En esa época también se destacan los caballos de don José Pérez Llera de Cayey. Entre éstos, Faraón Viejo y la Mosqueada, padres del ejemplar Dulce Sueño. Conocido por el Padre de la raza caballar puertorriqueña contemporánea. En 1938 Puerto Rico obtuvo un nuevo campeón: Dulce Sueño Jr. propiedad de Don Diego González de Isabela. Ejemplar que resultó consecutivamente tres veces campeón y que murió el 19 de enero de 1942.

El 29 de abril de 1941 murió en Guayama el inmortal de la raza contemporánea, Dulce Sueño, que fuera propiedad de Don Genaro Cautiño Insúa. Dicho semental fue domado por otro maestro de la silla, Don Eusebio Massó. Sus hijos fueron todos campeones o merecedores de dicho título: Dulce Sueño Jr., Guamaní, Batalla, Fantasía, y Noche Buena. Además de Congo Fino, Duce, Niño, Telégrafo, y Caramelo. También Indio, Arrogante, Cacique, Dos de Mayo, Almirante, Sabroso, Celestino y Notable. Fue en el Parque Sixto Escobar en 1949 cuando dos hijos de Dulce Sueño aspiraron al título de campeón. Resultó victorioso el ejemplar Caramelo, de Don Manuel Hernández Rosa de Mayagüez, montado por Ignacio “El Jockey” Arroyo. Su rival fue Guamaní, montado por Don César Figueroa, caballo que obtuvo el título de campeón por tres años consecutivos.

En 1966, con la suma de los ejemplares colombianos a nuestro registro genealógico del caballo es en esa década que se cambió rotundamente el rumbo de la historia del Caballo de Paso Fino. A partir de esa fecha el caballo colombiano fue convirtiéndose en dueño y señor del espectáculo ofrecido por los caballos de silla, es un hecho irrefutable.

 

Paso Fino
Kopeki.

 

He sido propietario y exjuez en competencias de Paso Fino, en los años 1968 y 1969, en la Federación de Caballos de Paso Fino.  Y por años he sido un gran defensor de nuestro caballo y crítico acérrimo de los juzgamientos que imperan bajo el crisol colombiano. A tales efectos, comparto un extracto de mi carta abierta difundida en la página de Internet, PurodeAquí.com:

“Escribo con una preocupación apremiante, con claridad de ánimo. Se trata de las competencias del caballo de Paso Fino nuestro. Estoy convencido que dicho caballo pisa ya sobre una ancha penumbra. Hecho que aflora las veces que es juzgado a merced de criterios foráneos. Enmarcados en el paso colombiano, que es antagónico al del caballo nuestro, cuya raza se remonta al Siglo XVIII.

El pueblo puertorriqueño debe salir en defensa del Paso Fino pues hay hechos que atentan contra la cultura puertorriqueña al borde de un abismo Insondable. ¡Ay bendito! ¿Es qué no hay jueces puristas disponibles para juzgar nuestro caballo, que es el fino, el Delicado, el de los cuatro tiempos?”.

Himno de Puerto Rico

Comments 5

  1. Avatar Jorge says:

    Los caballos de paso fino de Puerto Rico ¿tienen alguna relación con los Tennessee walking horses?

  2. Avatar Ana Ramirez says:

    Muy buen reportaje. A defender lo nuestro!

  3. Avatar Jow re says:

    Absolutamente nada…

  4. Avatar Yolanda Suárez-Crowe says:

    Apoyo el importante mensaje de Don Antonio Ramírez Córdova y agradezco su excelente trabajo. Comparto los resultados de una investigación publicada en el Scientific Report: “The study confirmed the long suspected genetic link between two horse breeds, the common Puerto Rican Non Purebred and the Puerto Rican Paso Fino, a horse noted for its smooth, sure-footed gait. The Paso Fino was established on the island using the local Non-Purebred genetic pool with an important gene mutation already present- the DMRT3 ‘Gait keeper’ mutation, which is associated with the Paso Fino’s signature four-beat, lateral ambling-gait. The Criollo horses are descendants to the original genetic pool, first brought to the island of Puerto Rico by Columbus, and later by Ponce de León. Several Iberian breeds, including Andalusians, Spanish Barbs and the now extinct Spanish Jennet contributed to the modern Puerto Rican Paso Fino, which was developed through hundreds of years of breeding and selection.
    Our study confirms that the Paso Fino is a native breed of Puerto Rico that has been shaped by centuries of selection by the Puerto Rican people,” said Walter W. Wolfsberger, the study’s lead author and a Ph.D. student in biological and biomedical sciences at Oakland University. The study also suggests that Criollo horses from Puerto Rico may be the source of other breeds of the Americas, such as the Peruvian Paso”. Scientific Reports January 2022.

  5. Avatar Luis R. Rivera Rodriguez says:

    Excelente artículo. Muy pertinente amigo. Felicitaciones y un fuerte abrazo.

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