Néstor Murray-Irizarry, historiador y editor
Los periódicos de la década de 1920 anunciaban que Emma Boehm Oller, joven inteligente e inspirada pianista puertorriqueña, nieta del ilustre pintor, Francisco Oller y Cestero, abrió en la calle de San Justo del Viejo San Juan, una Academia musical. No era una desconocida para su gente, la pianista, que después de una larga ausencia por Europa y Estados Unidos retornó a su tierra, ansiosa de ofrendarle a su pueblo las primicias de su talento excepcional.
Desde muy joven fue llevada a estudiar a la ciudad de Nueva York, en donde se distinguió entre sus condiscípulas por sus dotes especiales de futura gran concertista. A los 16 años allí ofreció su primer concierto de piano.
Su concierto se celebró en el exclusivo y legendario Hotel McAlpin en Manhattan, con el siguiente programa: 1. — Scherzo Op. 31, Chopin; 2. —Sonata Op. 31, No: 3, Beethoven; Allegro, Allegretto vivace, ¡Mi! nuevo, Presto con fuoco: 3. —Hungría Dance, Brahms. 4.—Waltz 0p.42, Chopin; 5. Waltz Chroma Tique, Leschetizky; 6. — Polonaise minor, Chopin.7. — Hungarian Rhapsodie No. 2, Liszt.
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La señorita ejecutante ha tocado ya en varios conciertos y fiestas hispanoamericanas con gran éxito. En 1920 participó en el concurso para la gran velada que organizaron las damas mexicanas en el Winter Garden del Hotel McAlpin para beneficio de las víctimas de los temblores en México.
La joven artista, mimada de las musas, alumna predilecta del insigne maestro Emile Von Sauer, ha paseado por los principales centros artísticos del Viejo y Nuevo Mundo y el encanto supremo de su belleza exótica y la magia irresistible de sus manos gloriosas. (Von Sauer se casó con la reconocida pianista puertorriqueña Angélica Morales, nacida en Gurabo el 22 de enero de 1911 y falleció el 17 de abril de 1996. Fue una de las pianistas boricuas que tuvo una gran admiración y respeto en México y Viena. Yo no sabía que Von Sauer tuvo varias discípulas boricuas)
“Insuperables las facultades creadoras de la adorable virtuosa”, opinaba uno de los periodistas que logró entrevistarla en Puerto Rico, “no hay duda que han de probar al público cuán extraordinario es el mérito de la artista – refiriéndose a Emma- que a despecho de su juventud ha llegado ya a las cimas del Arte, pudiendo considerar, no como maestros, sino como colegas y tratarlos de igual a igual, a los más grandes virtuosos de todas nuestras épocas, se unan en esta criatura de ojos soñadores, las dos condiciones indispensables para triunfar en la música: dominio completo y absoluto del instrumento, y exactitud y elegancia en la ejecución. Vence, sin el más leve esfuerzo las dificultades de toda suerte. Sus manos son ágiles, sus dedos seguros y rítmicos. Su expresión, en fin, da a sus interpretaciones un tono hermoso, magistral”.
Boehm Oller llegó a Puerto Rico procedente de Estados Unidos, en unión de su hermana Elsa y fue a residir a la casa solariega de su ilustre abuelo, en Cataño, en compañía de sus familiares, que habían llegado unos meses antes.
El periodista indicó que habló con la gentil artista de sus planes futuros, de sus éxitos en otros países: Grecia, Francia, Italia, Alemania, que eran palabras familiares en sus labios, Atenas, Berlín, París, Roma, ciudades todas en donde vibró su gracia romántica de princesa y el arte supremo de sus manos enjoyadas.
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Recordó la artista su despedida de las discípulas que tenía en Nueva York, y la forma de qué se valió para que ellas la dejasen embarcar hacia estas playas, reclamada por asuntos de familia. Luego, la concepción de su proyecto para fundar una Academia musical en San Juan. Después, de hilvanar estas líneas para decir que la fundación de esa Academia responde a una necesidad moral y artística de nuestro pueblo que, como dicen amables comentaristas, debe salirse de su adolescencia y acercarse más a la madurez espiritual.
Emma regresó a su patria en un momento crucial para la identidad puertorriqueña. Antonio Paoli en 1922 se vio obligado a suspender las funciones programadas para su Ponce natal, por falta de público. Por diversas razones que yo explico en mi artículo titulado El Regreso de Antonio Paoli a un Puerto Rico diferente, publicado en este medio, una gran cantidad de los miembros de la alta sociedad de Ponce le da la espalda al famoso tenor y no acude al teatro Broadway para escucharle.
Uno de nuestros más importantes pensadores e investigadores, Antonio S. Pedreira, inició en 1927 con la publicación de su primer libro conocido como De los nombres de Puerto Rico una obra monumental de once obras en total que marcará para siempre el camino o la ruta que ha de seguir nuestro pueblo, especialmente con su valioso libro Insularismo. A través de la revista Índice, Pedreira y el grupo de intelectuales que lo acompañan mantienen un diálogo de fundamental importancia para clarificar conceptos relacionados a la soberanía y al porvenir de nuestra patria.
Emma Boehm Oller también se destacó como gestora cultural y formó parte del comité organizador y promotor de un proyecto denominado Plaza de la herencia de las Américas, iniciativa del escultor José Buscaglia. Se trataba de una plaza que sería ubicada entre el Edificio del Tribunal Supremo de Puerto Rico y el Parque Luis Muñoz Rivera en San Juan. La plaza tendría un diseño muy innovador para ese tipo de espacio público en donde se combinaba el agua, luces, sonido y las esculturas del artista Buscaglia. Entre los miembros del Comité también se encontraban: el alcalde Carlos Romero Barceló, el historiador Aurelio Tió Montes de Oca y el industrial Teodoro Moscoso.
Se esperaba levantar tres millones provenientes de las empresas comerciales estadounidenses establecidas en Puerto Rico. Además, de un donativo de la Fundación Luis A. Ferre y la Fundación Pablo Casals. La música consistiría en las composiciones del maestro Casals, quien además, grabaría un diálogo con el afamado actor José Ferrer, como complemento de la Plaza.
