Imagen: Un grupo de enmascarados, probablemente de adultos y niños afrodescendientes, en la época de carnavales en San Juan. Suministrada. Cortesía Rossana Duchesne
Por Néstor Murray-Irizarry, historiador
El 8 de abril de 1980, mi querido Maestro Dr. Manuel Álvarez Nazario, lingüista prominente y autor de libros tan valiosos como El elemento afronegroide en el español de Puerto Rico 1961-1974 y La historia de la lengua española en Puerto Rico (1991), por solo mencionar dos joyas de nuestra literatura, me contestó una de mis cartas o consulta sobre el personaje de nuestro folclor conocido como vejigante o la mojiganga.
Álvarez Nazario, me aclaró que hay dos elementos visuales que se destacan en el Carnaval de Ponce y en la Fiesta de Santiago Apóstol en Loíza:
El lenguaje verbal y de gestos, a través de las comparsas y los vejigantes:
“La palabra mojiganga, que definen los diccionarios como ‘fiesta pública que se hace con varios disfraces ridículos, enmascarados los hombres, especialmente en figuras de animales’. También como ‘obrilla dramática muy breve, para hacer reír, en que se introducen figuras ridículas y extravagantes’. Arranca de una forma más antigua, bojiganga, según se documenta desde 1603, probable derivado de voxiga, variante fonética de vejiga. Con la cual se designaba primitivamente a un personaje caracterizado por unas vejigas sujetas a la punta de un palo, personaje típico de las mojigangas. Así en El Quijote, menciona Cervantes a un cómico ‘que venía vestido de bojiganga con muchos cascabeles, y en la punta de un palo traía tres vejigas de vaca hinchadas”.
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“Es decir, que el sentido primero de bojiganga o mojiganga es el mismo que tiene en Puerto Rico todavía la palabra vejigante ‘persona que se viste con un traje ridículo, generalmente de diablo, y que aprovecha su disfraz para hacer críticas. Lleva una vejiga con la que golpea a los muchachos que lo siguen’. Esta conservación en nuestro medio isleño de este viejo personaje del teatro popular Bejigantes, español se atestigua ya en las relaciones de 1746-47. Que dan cuenta de la exaltación al trono de Fernando VI y de las celebraciones públicas que al efecto se efectuaron en San Juan:
‘Los que en Europa llaman diablitos es esta isla -dice el anónimo cronista- tienen el nombre de y uno con este trage (sic) ridículo también supo decir su papel”.
El vejigante de hoy, en la celebración de las fiestas de carnaval y de Santiago en Loíza es, pues, un elemento cultural de raíz española antigua allí incrustado en el marco de otros elementos de raíz africana y criolla. Creemos que con lo que antes quedó expuesto se aclara la relación entre mojiganga y vejigante. Como originales personajes de máscara popular. Quienes luego darán su nombre por extensión a la particular representación dramática en la que figura, la mojiganga”.
Aclarado el concepto, paso ahora a citar al historiador Adolfo de Hostos, quien nos legó una cantidad de obras, también de valioso mérito. Quien al narrar sobre el carnaval callejero en San Juan, durante el siglo XIX señaló que:
“Invadía las calles la festiva multitud, dividida en numerosísimas comparsas de hombres y mujeres de todas las edades y colores. En pequeños grupos, tríos, parejas y aún solitarios bufones, excéntricos, enmascarados y en su inmensa mayoría grotesca y pobremente disfrazados. Iban y venían, gritando y gesticulando, sin rumbo fijo a todo el ancho y largo de las calles, en direcciones encontrados. Ora caminando con ridícula lentitud, ora emprendiendo súbita carrera, ensayando algunos pasos de baile o marcando improvisado pasitrote al son de un tamboril”.
De Hostos describe, las antiguas comparsas muy parecidas a las que muestran las imágenes, que en 1900 se publicaron en revistas estadounidenses. Ediciones vinculadas a los grupos religiosos protestantes que ya estaban trabajando en su plan de evangelización en Puerto Rico.
Las fotografías a que nos referimos, ahora publicadas en este medio, -cortesía de la educadora e investigadora Rossana Duchesne-, representa a un grupo de enmascarados. Probablemente de hombres, adultos y niños afrodescendientes, en la época del Carnaval en San Juan, utilizando máscaras. Las que son hechas probablemente de papier-mâché, cartón, medias de mujer y vestimenta tradicional de vejigante en unos casos. También máscaras de metal (o de colador de palma) o compradas en las tiendas que se especializan en vender toda clase de artículos relacionados con las fiestas carnestolendas.
En nuestro país era costumbre, desde los primeros siglos de su colonización y conquista por los europeos, utilizar diversos tipos de máscaras para celebrar. Además, de obras de teatro y del tradicional Carnaval, el Día de los Santos y el Día de los Difuntos. En Arecibo, por ejemplo, en el barrio Islote, según nos informara el Dr. Ernesto Álvarez Valle en su valioso libro Las Máscaras de Islote, salían a recorrer, por la comunidad personas enmascaradas el Día de los Inocentes. Además, en la región de Arecibo el Dr. Enrique Delgado Placencia, en su importante libro sobre Las Máscaras de Hatillo, nos narra una serie de experiencias muy valiosas para entender materiales folclóricos relacionados con ese tema.
Por otro lado, en algunos de los barrios de Guayanilla, el geólogo Eduardo Questell, pudo observar y fotografiar en la década de 1980, hombres enmascarados. Algunos con caretas artesanales hechas de bolsas de papel de estraza, color marrón y pintadas a mano. Todo durante la celebración de Los finaos (difuntos) pidiendo limosnas para comprarle velas a los espíritus desencarnados. Así que las representaciones que el pueblo del folclor realiza, no se refiere a una sola expresión cultural, sino que es múltiple. Igual sucede con los materiales con que se construyen las caretas: de coco, papel, tela y tela metálica en Loíza. También de tela metálica, de papier-mâché en Ponce o de cartón piedra, de acuerdo con Teodoro Vidal Santoni.
En la mayoría de los pueblos y ciudades de Puerto Rico, para la celebración del Carnaval, también usaban atuendos que dependían de los recursos económicos de las familias o individuos que se vestían para esta fiesta folclórica.
Municipios como Yauco, Aguadilla, Comerío, Arecibo, San Juan, Mayagüez, Ponce, organizaron cuatro tipos de carnavales: El del Casino Español, el del Casino de los Criollos, el de los Casinos de los Artesanos y el llamado Carnaval callejero. Que Lo organizaban los barrios, que en Ponce se destacan el barrio La Playa y el sector conocido como Bélgica.
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Consideramos que las fotografías que ahora publicamos reflejan vestigios o reminiscencias de lo que fueron los carnavales callejeros que nos describe De Hostos, y de la otra descripción que hace otro narrador, al comentar que durante el siglo XIX las comparsas y bailes de negros eran abundantes.
En Ponce, en 1831, y con motivo de las Fiestas Públicas para celebrar el nacimiento de la Princesa de Asturias Doña Isabel de España:
“…desde la tarde se vieron multitud de máscaras y una comparsa de pardos libres del país y de colonias… En la que todos vestidos de muger (sic) y en el trage (sic) que usan en Curazao, con su música cantaron… en el lenguaje de la misma isla… bailaron en la misma una danza propia de aquel país…”
El antropólogo Ricardo E. Alegría, en una conversación que sostuvimos sobre las antiguas caretas de vejigantes de papier-mâché que él poseía en su colección, me comentó que su maestro cubano Fernando Ortiz, le dijo en una ocasión, que eran de origen Yoruba.
Me gustaría que se estudiará la probabilidad de saber la vinculación entre los murciélagos y muchos de los diseños tradicionales de las máscaras en Puerto Rico. Recordemos que nuestra cultura indígena atesoraba a los murciélagos.
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¡Fabuloso ensayo! Y seguimos con la mojiganga…